La ultraderecha supera a Merkel en su feudo electoral

Patricia Baelo BERLÍN

INTERNACIONAL

STEFANIE LOOS | Reuters

AfD supera por primera vez al partido de la canciller en una elecciones regionales, al enviarla al tercer puesto a un año de las generales

05 sep 2016 . Actualizado a las 16:02 h.

«Rebelión en el salón de Merkel». La tesis con la que amanecía ayer el semanario Der Spiegel se confirmaba horas más tarde: El partido de la canciller alemana, la Unión Cristianodemócrata (CDU), sufrió este domingo un fuerte varapalo en los comicios de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, donde gobierna desde hace una década en coalición con el Partido Socialdemócrata (SPD) y donde, para colmo, Merkel tiene su distrito electoral. Lo peor de todo es que, por primera vez, los conservadores han quedado por detrás de los ultraderechistas de Alternativa para Alemania (AfD), novatos en ese estado federado, que destaca por ser uno de los más pobres y despoblados del país.

 «Esto se debe a que otros partidos no han escuchado durante mucho tiempo a sus votantes», declaró exultante Frauke Petry, líder de la formación xenófoba, al cierre de los colegios electorales. Los sondeos a pie de urna sitúan a AfD en segundo puesto con el 21,4 % de los votos, por delante de la CDU, con el 19, 1 %, y a solo nueve puntos de distancia del SPD, ganador pírrico. La Izquierda debe conformarse con el 12,9 % de los sufragios, mientras Los Verdes apenas rondarían el 5 % mínimo para tener representación en la Cámara regional, de la que se queda fuera el partido de extrema derecha de tendencia neonazi NPD, que desaparece por completo de los Parlamentos alemanes. 

«El principio del fin»

«Lo bueno es que dejamos a la CDU por detrás nuestro (...). Quizá esto sea incluso el principio del fin para la canciller Merkel, destacó el jefe de AfD en Mecklemburgo-Pomerania Occidental, Leif-Erik Holm. Su partido, que nació en el 2013 con un discurso económico y crítico con los rescates de los países del sur de Europa, no ha dejado de recabar apoyos desde que capitalizara mejor que nadie el creciente rechazo de la población a la llegada de refugiados al país.

Con esta victoria, los xenófobos de AfD han conseguido colarse ya en 9 de las 16 Cámaras regionales, incluida Sajonia-Anhalt donde cuentan con 25 diputados. Y amenazan con hacer lo mismo el próximo 18 de septiembre en los comicios de Berlín e incluso en el Bundestag, en las elecciones generales del 2017.

Por su parte, los cristianodemócratas no tardaron en reconocer que la debacle es fruto del «descontento y el voto de protesta» de los 1,3 millones de personas que estaban llamadas a las urnas. «Estaría aparentemente relacionado, en gran medida, con el debate sobre refugiados. Este resultado y el fuerte apoyo que recibió AfD es amargo para nosotros», subrayó el secretario general de la CDU, Peter Tauber, consciente de que el verano del 2015, en el que los alemanes recibían con aplausos a los demandantes de asilo mudó a un otoño de recelos.

El rechazo terminó de concretarse con las agresiones a mujeres de la pasada Nochevieja en Colonia y los recientes dos atentados terroristas en Baviera, en ambos casos aparentemente obra de refugiados. Con todo, Merkel, que recibió el disgusto desde la cumbre del G20 en China, sigue defendiendo públicamente su política de acogida. Eso «ha provocado una escisión en nuestra sociedad», explicó el hasta ahora jefe del Gobierno en Mecklemburgo-Pomerania Occidental, el socialdemócrata Erwin Sellering.

Erdogan rebaja el tono de sus exigencias a Alemania

Desde hace meses la relación entre Angela Merkel y Recep Tayyip Erdogan es un ni contigo ni sin ti. Si bien la canciller alemana depende del acuerdo migratorio firmado con el presidente turco para reducir el flujo de refugiados que llegan al continente, y este pide a cambio que se eliminen los visados para el acceso de sus ciudadanos a la Unión Europea, la tensión entre ambos mandatarios no dejó de arreciar. Primero fue la sátira de un famoso cómico alemán sobre Erdogan, luego la resolución del Bundestag que calificaba de genocidio la matanza de 1,5 millones de armenios por parte del Imperio otomano en 1915, y finalmente la prohibición de la retransmisión de un mensaje del presidente durante la manifestación de apoyo en Colonia tras el fallido golpe de Estado.

Pero el conflicto diplomático podría terminar pronto. Ambos líderes acercaron posiciones durante un encuentro bilateral que mantuvieron ayer en el marco de la cumbre del G20. Puede haber «noticias positivas» en los próximos días, avanzó la dama de hierro, dejando entrever que Ankara podría levantar el veto que impuso a los diputados alemanes para que visitaran a sus tropas en la base militar turca de Incirlik. Las negociaciones durarán aún «algunas semanas», pero hay posibilidades de lograr avances, aseguró optimista Merkel, que ya buscó rebajar la tensión el viernes, cuando aseguro que la resolución parlamentaria que consideraba la masacre armenia como un genocidio no es jurídicamente vinculante.

Un distanciamiento que no ha gustado en casa, pero sí en Turquía. De hecho, todo apunta a que Erdogan estaría dispuesto a retrasar el ultimátum que le impuso a la UE para que aprobara la exención de visados antes de finales de octubre, según publicaba el diario Welt am Sonntag. Eso sí, los visados deberán haberse terminado «antes de que acabe el año» o romperemos el pacto migratorio, insisten fuentes gubernamentales. 

El Gobierno de Berlín se plantea volver a deportar a los refugiados a Grecia

Desde que el verano pasado pusiera en evidencia que Europa se enfrenta a la mayor crisis migratoria desde la Segunda Guerra Mundial, la canciller alemana ha representado la cara más humana y solidaria del continente. Pero solo de cara a la galería. Porque el mismo día en que la decisión de Angela Merkel de abrir la frontera a miles de refugiados cumplía un año, su correligionario, el ministro alemán de Interior, Thomas de Maiziére, dejaba claro que la locomotora no está dispuesta a volver a acoger a 1,1 millones de demandantes de asilo, como hizo en el 2015.

Aunque gracias al cierre de la ruta de los Balcanes y al acuerdo con Turquía la cifra de llegadas se ha reducido hasta las 300.000 en la primera mitad del año, De Maiziére estudia la posibilidad de enviar refugiados de vuelta a Grecia en un futuro próximo. «Hasta ahora la jurisprudencia no lo permitía», explicó el político conservador ayer en declaraciones al dominical Die Welt. Por lo que sería necesario volver a aplicar el Tratado de Dublín, según el cual un inmigrante puede ser devuelto al primer país por el que entró a la UE.  

Ganar votos

«Es importante que lleguemos a una postura común en Europa. Si somos los únicos que apostamos por esta vía, corremos el riesgo de que los tribunales prohíban las devoluciones en el corto plazo», defendió el titular de Interior, que probablemente busca ejercer presión sobre sus vecinos comunitarios. Pero también ganar votos a los populista de derechas de AfD, coincidiendo con las elecciones de Mecklemburgo-Pomerania Occidental. Un estado federado que apenas recibió 23.000 demandantes de asilo en el 2015 y 4.000 en la primera mitad del 2016, y que no obstante registró hasta 952 ataques con trasfondo ultraderechista el año pasado, una cifra que solo fue superada por las regiones de Berlín, Brandeburgo y Turingia.

Las críticas de las oenegés no se hicieron esperar. Asimismo, el ministro griego de Migración, Yannis Muzalas, denunció a través de un comunicado que las declaraciones de De Maizière «no se corresponden con la realidad y las necesidades actuales de Europa», y abren un debate que la «historia, el tiempo y el Consejo Europeo han dejado atrás».