Adelante con los meses más fríos

Moncho Núñez Centella

LA VOZ DE LA ESCUELA

Episodio de la guerra de 1812, por el artista ruso Illarion Pryanishnikov (1840-1894)
Episodio de la guerra de 1812, por el artista ruso Illarion Pryanishnikov (1840-1894)

20 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

unque haya que seguir hablando y pensando en el calentamiento global, en Galicia ya estamos en plena época fría, no en vano nuestras temperaturas mínimas se dan siempre en enero y sus meses limítrofes. La cosa tiene un reparto desigual, explicable geográficamente, resultando que los municipios más fríos están en las provincias de Lugo (Pedrafita, Cervantes, Samos) y Ourense (Calvos de Randín, Vilariño de Conso, Baltar), pero por efecto del océano es difícil que bajen del cero los lugares próximos a la costa. Como testimonio urbano de esa diferencia digamos que mientras el récord absoluto de temperatura mínima en la ciudad coruñesa es de -3 grados, que se alcanzaron el 22 de febrero de 1948, ese mismo día en Compostela llegaron a -9. Lógicamente, los termómetros en ciudades del interior galaico rivalizan para el récord: en Lugo vieron -10 grados en diciembre del 2005 y en Ourense,  8,6 bajo cero, también en diciembre, tanto en 1890 como en el 2001. Me baso siempre en los registros del Instituto Español de Meteorología, ya que en la memoria de los más viejos del lugar pueden existir diferencias. Los recuerdos son cosa muy personal.

Por supuesto, como escuché decir a un arrepentido voluntario de la División Azul, mucho mas frío hace en Rusia. De hecho, la aldea siberiana de Oimiakón tiene el título de ser el lugar más gélido del hemisferio norte, con -45 grados ¡de media! en sus nueve meses de invierno. Esa frialdad ruso-siberiana ha sido protagonista de derrotas bélicas históricas, como recuerda la cita de George Orwell, entre las que merece destacarse la del Ejército napoleónico, que redujo las tropas invasoras francesas en un 80 % y para nosotros quedó inmortalizada de modo magistral, tanto literaria, en Guerra y paz, de Tolstói, como musicalmente, en la famosa Obertura 1812 de Chaikovski, cuyos cañonazos finales aportan un final tan acalorado que se disipa todo recuerdo invernal. 

Cosa distinta, aunque los jóvenes no lo recuerden, fue la guerra fría entre la Unión Soviética y los Estados Unidos, que vivió su etapa más calentita hace ahora 50 años, cuando el teléfono rojo (conexión inmediata y directa entre la URSS y EE.UU.) estaba en modo de alerta. Precisamente el 17 de enero de 1966, un bombardero estadounidense B-52 que portaba cuatro bombas H al realizar ?como todos los días, sobrevolando la costa de Almería? una maniobra de acoplamiento para repostar combustible colisionó con el avión cisterna, con explosión de uno y fractura del otro, y perdió las cuatro cargas termonucleares. Tres de ellas cayeron en los alrededores del pueblo de Palomares y la cuarta en el mar, a unos 8 kilómetros de la costa. Fue el mayor accidente atómico-nuclear de la historia.

Al pensar en átomos quiero mencionar a su inventor, Demócrito, un hombre de cabeza fría, cuya cita materialista está en todas las antologías de la ciencia y pone las cosas en su sitio. Hoy sabemos que el calor y el frío son cosas relacionadas con el movimiento de los átomos. La falta de movimiento en general está ligada al frío, y por eso es más difícil tener sangre fría que los pies fríos (digo yo). Este último problema, tan propio de estas épocas, fue planteado como nunca en el Eclesiastés (4,11): «Si dos se acuestan juntos, entran en calor; pero uno solo se muere de frío». Entramos en un tema muy novelesco. Como puede suponerse por su frase, Emily Brontë, la romántica autora de Cumbres borrascosas, fue especialista en calentamientos, pero la pobre murió de tuberculosis a los 30 años, tras haber contraído un resfriado en el funeral de su hermano Branwell. Para finalizar con un homenaje a las víctimas del frío, conste aquí que Francis Bacon, uno de los ideólogos de la revolución científica, murió como consecuencia de una pulmonía, contraída al intentar inventar los congelados por el procedimiento de rellenar y rebozar un pollo con la nieve durante una nevada londinense en 1626. Un mártir de la ciencia. Requiescat in pace.

Palabras con historia

Por convención son lo dulce y lo amargo, lo caliente y lo frío, el color; en realidad solo existen los átomos y el vacío

    Demócrito de Abdera (460-370 a. de Cristo)

En la guerra los tres enemigos del soldado son el frío, los piojos y el enemigo. Por este orden

    Eric Blair «George Orwell» (1903-1950)

Conozco tus obras, y que no eres frío ni caliente. Ojalá fueras frío o caliente; pero como eres tibio, y no frío ni caliente, estoy para vomitarte de mi boca

    Apocalipsis (3,15)

Frío e insípido es el consuelo cuando no va envuelto en algún remedio

    Platón (427-347 a. de Cristo)

La venganza es un plato que se sirve frío

    Proverbio inglés

Tú no perderás tu sangre fría, porque por tus venas no corre más que agua helada, pero mi sangre está hirviendo y tu frialdad me excita hasta lo inconcebible

    Emily Brontë (1818-1848)

Las matemáticas poseen no solo la verdad, sino la suprema belleza, una belleza fría y austera, como una tumba

    Bertrand Russell (1872-1970)

ACTIVIDADES

1. Las palabras «caliente» y «frío» forman parte de una colección de dualidades que suelen asociarse con «bueno/malo» o «deseable/rechazable». Una persona cálida es acogedora, agradable, afectiva, afectuosa, amigable, cordial, entrañable... mientras que alguien frío es distante, impasible, insensible, apático, indiferente, flemático o abúlico. Lo mismo sucede con «positivo/negativo», «arriba/abajo», «diestro/siniestro», «luminoso/oscuro», «blanco/negro», «recto/torcido»...

  • Busca más ejemplos de dicotomías de este tipo.
  • Haz una lista de contradicciones o excepciones, enumerando cosas que nos gustan aunque sean frías, negativas o negras, y otras que rechazamos a pesar de ser luminosas, calientes o rectas. 

2. Para objetivar la idea de frío utilizamos el termómetro, aparato que añade una escala al termoscopio inventado por Galileo Galilei a finales del siglo XVI y que se basaba en la dilatación (aumento de volumen) que se observa en el fluido contenido en un tubo al variar la temperatura. 

  • Haz un resumen de la biografía de Galileo, centrada en sus inventos y descubrimientos más importantes.

3. En algunos países se utiliza todavía la escala de temperaturas de Gabriel Fahrenheit, científico que en 1714 propuso llamar cero a la temperatura más baja que pudo conseguir en una mezcla de hielo, agua y sal y poner el grado 96 (es decir 8 docenas) «colocando el termómetro en la boca para adquirir el calor del cuerpo humano». Fahrenheit sigue en parte la idea de Newton, que había propuesto en 1701 una escala donde el cero sería la congelación del agua y el 12 la temperatura del cuerpo de «un inglés sano». Investiga cuáles son los puntos de referencia en la escala de Celsius, o centígrada, de temperaturas, que utilizamos normalmente. 

4. En 1868 el profesor de medicina Carl August Wunderlich publicó un trabajo titulado «La temperatura en las enfermedades», basado en 25.000 mediciones en pacientes. Así determinó que la temperatura normal del cuerpo humano era de 37 grados Celsius y que asciende en caso de enfermedades infecciosas. Actualmente se acepta que la temperatura de una persona sana varía a lo largo del día, desde un mínimo de 35,6 grados por la mañana a 37,7 por la tarde. También hay ligeras variaciones según el lugar del cuerpo donde se haga la medición. 

  • Con un termómetro clínico, averigua la parte de tu cuerpo que está mas fría.