Visita a Tralacosta, una espectacular cueva de O Courel

Francisco Albo
francisco albo QUIROGA / LA VOZ

MONFORTE DE LEMOS

GUILLERMO DÍAZ AIRA

Un grupo de espeleólogos recorrió la cavidad el pasado fin de semana

19 sep 2014 . Actualizado a las 17:54 h.

La cueva de Tralacosta se cuenta entre las mejor conservadas de la sierra de O Courel, seguramente debido a los serios problemas que presenta su acceso. La entrada -entre los pueblos de Paderne y Mercurín- es difícil de localizar y para recorrer su interior hay que deslizarse por grietas estrechas y descolgarse con cuerdas. Un grupo de aficionados a la espeleología de O Courel, Quiroga y Monforte visitó el pasado fin de semana esta cavidad, donde pudieron comprobar que se encuentra prácticamente intacta.

La entrada de la gruta no está señalizada y para llegar a ella hay que remontar una fuerte pendiente por el cauce de un torrente -llamado carrozo en la zona- que solo está seco durante la temporada de verano. La cavidad se divide en dos secciones. La boca da acceso a una galería superior de unos ochenta metros de longitud en la que hay muy pocas formaciones calizas. Como esta zona es relativamente accesible, ha sufrido algunos destrozos vandálicos, al igual que ocurre en numerosas cuevas de la sierra. Al final de esta galería se abre una hendidura que permite pasar a la parte inferior, mucho más espectacular que la primera. La grieta es particularmente estrecha -una persona corpulenta no podría pasar por ella- y por debajo hay un pozo de veintisiete metros de altura por el que solo se puede descender con la ayuda de cordajes, además de contar con una amplia experiencia en espeleología y escalada.

Formaciones geológicas

Esta cavidad inferior, a diferencia de la otra, encierra una gran riqueza en formaciones calcáreas: estalactitas, estalagmitas, banderolas, coladas... Este paisaje subterráneo no ha sufrido alteraciones y está entre los mejor conservados de la zona, junto con los de las cuevas de Arcoia y Chao de Mazairos. En su parte más alta -donde se abre la mencionada grieta-, se acerca a los treinta metros, pero más adelante el techo se vuelve mucho más bajo. En cierta zona se aprecian las huellas de un derrumbe que puede datar de hace miles de años.

Los participantes en el recorrido pudieron observar la presencia de algunos insectos cavernícolas y localizaron en el suelo varias conchas de caracol, que pueden haber caído desde el nivel superior. También notaron que otros visitantes anteriores y menos escrupulosos dejaron un cierto número de desperdicios, como pedazos de tela, botones y colillas. No obstante, opinan que el estado de conservación de esta cavidad puede considerarse óptimo. «Lo más probable es que se mantenga así durante mucho tiempo, porque es difícil encontrarla y moverse por ella, además de que resultaría peligroso para gente sin experiencia», apunta el biólogo Guillermo Díaz, uno de los expedicionarios.