Puertas a una de las épocas más oscuras de la prehistoria

Francisco Albo
francisco albo MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

ALBERTO LÓPEZ

Dos yacimientos de O Courel y Becerreá arrojan luz sobre el Mesolítico, un período aún muy mal conocido en toda Europa

25 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El Instituto Universitario de Xeoloxía de A Coruña espera que en un plazo breve concluya el análisis de ADN que se realiza desde hace tiempo sobre unos restos humanos y animales prehistóricos hallados en la Cova do Uro, en la sierra de O Courel, cuyo descubrimiento se dio a conocer en el 2010. Aparte del hecho de haber proporcionado material genético muy antiguo -algo insólito en Galicia-, este yacimiento ofrece un interés excepcional para los investigadores por otro motivo. Junto con una serie de artefactos y fósiles de animales encontrados en la cueva de Valdavara, en Becerreá, es uno de los principales rastros que se conocen en Galicia del período Mesolítico, uno de los más oscuros de la prehistoria remota.

Esta etapa cultural -de transición entre el Paleolítico y el Neolítico- comenzó en Europa hace unos 11.600 años, al terminar la última glaciación, y en algunas regiones del continente se prolongó hasta hace unos 4.000 años. Tras los más de ochenta milenios que duró la Era Glacial, en esta época empezaron a darse unas condiciones climáticas similares a las actuales y las últimas sociedades paleolíticas de cazadores y recolectores dieron paso al surgimiento de la ganadería y la agricultura. El arqueólogo Manuel Vaquero, que dirigió las excavaciones de Valdavara entre el 2007 y el 2013, señala que las huellas de este período son muy escasas no solo en el noroeste sino también en el resto de la Península Ibérica y en general en toda Europa. Ello se debe probablemente a que los fuertes procesos erosivos de la era posglacial arrasaron la mayoría de los rastros arqueológicos de esa época.

Cercanía espacial y temporal

La extrema rareza de los yacimientos mesolíticos hace que los de Becerreá y O Courel presenten un especial valor, ya que están situados en áreas geográficas muy próximas y también son relativamente cercanos en el tiempo. A los restos arqueológicos de Valdavara se les asignó una antigüedad de en torno a 8.800 años mediante la datación radiocarbónica. Los fósiles de O Courel fueron datados en torno a 9.300 años. Aunque hay varios siglos de diferencia, ambos yacimientos pertenecen al mismo período cronocultural y se supone que los grupos humanos que dejaron estos rastros tuvieron muchas cosas en común.

Los investigadores confían en que el análisis conjunto de los dos yacimientos proporcione informaciones complementarias y muy valiosas acerca de los poblamientos humanos de la montaña lucense en una época sobre la aún se conoce muy poco en toda Europa. El fósil humano de la Cova do Uro -ya se sabe que es de una mujer- puede dar pistas sobre los lazos genéticos de los antiguos habitantes de la zona con otras poblaciones de la península y el continente, sobre su dieta alimentaria e incluso sobre su aspecto físico. El yacimiento de Valdavara, por su lado, aporta datos sobre la tecnología lítica de ese período, que está ausente en la Cova do Uro.

A este respecto, Manuel Vaquero apunta que esa etapa del Mesolítico estuvo marcada por un empobrecimiento tecnológico que se percibe en los artefactos de Valdavara. «Las herramientas de esa época son mucho menos sofisticadas que las de otros períodos más antiguos -explica-, pero hay que precisar que no sabemos si ese empobrecimiento que se registra en los útiles de piedra afectó también a los que se fabricaban con materiales perecederos, como madera o hueso, y que no se han conservado». Los arqueólogos no saben con exactitud a qué se debe esta simplificación técnica, que tal vez está relacionada con los cambios climáticos y ambientales.

Época de enfriamiento

La tecnología del Mesolítico se hizo más compleja en tiempos posteriores. Esto sucedió durante el conocido como evento 8.2 -llamado así porque comenzó hace unos 8.200 años-, un período de enfriamiento en el que Europa se volvió más árida y que duró varios siglos. Este fenómeno se dio también en otras etapas de la prehistoria. «Los momentos climáticos rigurosos implican un mayor estrés en la adaptación y la supervivencia y los grupos humanos respondieron a ellos mejorando sus herramientas», dice Vaquero. De esta etapa más fría aún no se conocen rastros tecnológicos en las sierras lucenses, pero no se descarta que aparezcan en futuras investigaciones.

En otros lugares

Además de Becerreá y O Courel, en Galicia solo hay otros tres lugares en los que se registran huellas del Mesolítico. Uno de ellos es Xestido, en Abadín, donde se hallaron restos datados entre hace 8.000 y 6.900 años. Otro es la Cova do Rei Cintolo, en Mondoñedo, con una cronología de en torno a 7.700 años. El tercer sitio es el municipio coruñés de Arteixo, con una antigüedad estimada entre 6.500 y 7.000 años.