Hace veinticinco años se produjo en una aldea de Chantada un importante hallazgo arqueológico
16 jun 2016 . Actualizado a las 22:56 h.Hace un cuarto de siglo, una sencilla obra de canalización de una traída de aguas en la aldea chantadina de Quintá -en la parroquia de A Grade- puso al descubierto uno de los más notables yacimientos arqueológicos del sur lucense. A finales de mayo de 1991, al abrir una zanja en aquellos trabajos, fue desenterrado un puchero de cerámica lleno de monedas romanas. Poco después, el 11 de junio, empezó en el lugar una intervención arqueológica de urgencia -que duraría cerca de un mes- en medio de la expectación de los vecinos.
Al principio no se dio mucha importancia al hallazgo y uno de los especialistas que participaron en el estudio lo calificó como «un tesoro de calderilla», según informó por aquellas fechas este diario. Pero una serie de catas arqueológicas que se practicaron poco después en siete fincas de la zona pusieron al descubierto algo de mucho mayor calado. Las monedas recuperadas, todas de bronce, fueron en total 3.431.Los arqueólogos estudiaron las veinticinco mejor conservadas, que fueron acuñadas en diferentes épocas del siglo IV y principios del V, durante los reinados de los emperadores Constantino I, Constancio II, Valentiniano I, Valente, Teodosio y Arcadio. La más antigua fue datada en el año año 324 y la más tardía, en el 402.
Restos de construcciones
En las excavaciones se pusieron al descubierto los restos de varias estructuras constructivas. Entre ellas se identificaron vestigios de viviendas -una de ellas con una lareira de gran tamaño- y una canalización de alcantarillado. También se encontraron numerosos fragmentos de cerámica y tégulas -tejas romanas de barro cocido-, utensilios domésticos, objetos de adorno y escorias de fundición de hierro. En el yacimiento apareció además una lápida dedicada a los lares viales, los dioses romanos de los caminos. Los materiales recuperados por entonces fueron depositados en el museo provincial lucense.
Desde aquella intervención de emergencia, en la zona no se realizó ninguna otra excavación, a pesar del gran interés que los especialistas ven en el yacimiento. El especial valor de este hallazgo es puesto de manifiesto en el estudio A cultura castrexa e galaico-romana no condado de Pallares -una obra todavía no publicada-, de los profesores Javier Gómez y Mar Neira, que llevó el premio de investigación Condado de Pallares en su última edición.
Gómez también habla de este conjunto arqueológico en un trabajo anterior, titulado Epigrafía romana de la provincia de Lugo. A su parecer, el yacimiento de A Grade contiene probablemente los restos de una población relevante que incluiría una granja y una posada. El lugar está situado en el cruce de dos importantes vías romanas, la que iba de Lugo a Braga por Ourense y la que coincide con el trazado del Camino de Invierno. La zona estuvo densamente poblada en la antigüedad, como lo prueba la presencia de siete castros en los alrededores.
En Pantón, la Xunta adquirió en la misma época una estela funeraria por 250.000 pesetas
El hallazgo del yacimiento de Quintá no fue el único acontecimiento arqueológico de relevancia que se produjo en el sur lucense en la primavera de 1991. Mientras se llevaban a cabo las excavaciones en la aldea chantadina, en la parroquia de Atán, en Pantón, se llegó a un acuerdo para la adquisición de una estela funeraria romana que había sido encontrada por un vecino de la localidad dos años antes.
La pieza arqueológica fue descubierta de manera fortuita cuando el propietario de la finca donde apareció estaba arando un terreno de uso agrícola. El hallazgo le produjo algún sinsabor, ya que por desconocer la legislación vigente sobre el patrimonio arqueológico -que después le fue explicada por funcionarios de la Consellería de Cultura- no comunicó el hallazgo a las autoridades durante los treinta días siguientes. Por ello, según le informaron, podría perder el derecho a cualquier gratificación e incluso incurrir en un delito.
No obstante, las negociaciones que entabló el dueño del terreno con los representantes de la Xunta llegaron a buen fin y dieron pie a un acuerdo que permitió a la administración autonómica adquirir la pieza por 250.000 pesetas. La estela fue trasladada más tarde al museo provincial, donde sigue depositada en la actualidad. La escultura fue examinada en su momento por el arqueólogo lucense Antonio Rodríguez Colmenero, quien la dató en el siglo IV y la calificó como de excepcional belleza. A juicio de este investigador, la pieza pudo haber salido de un taller escultórico ubicado en Lugo, en el que quizá también fue tallada otra importante estela funeraria descubierta en Vilar de Sarria.