Este médico vigués reconoce que su hijo ha sido «la chispa» que ha despertado su necesidad de contar
05 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Manuel Esteban (Vigo, 1971) es médico y profesor de FP, sin experiencia literaria.
-¿Sorprendido por el premio?
-Muy sorprendido, yo no soy escritor, no me dedico a esto. Esta obra no tuvo que ver con un ejercicio de estilismo narrativo sino con la necesidad física de comunicación debido a que tengo un hijo con síndrome de Down.
-¿A qué refiere?
-Cuando uno tiene un hijo con una discapacidad intelectual descubre que esa persona no es el problema pero sí la sociedad a la que se tiene que enfrentar. En esa lucha a uno le entran ganas de gritar. La novela ha sido una catarsis para poder sacar esa angustia que me acongojaba cuando me enfrenté a esa situación.
-¿Por qué fue una novela negra?
-Sabía lo que quería contar, pero la forma viene dada por las lecturas previas. Me parecía que era un buen armazón porque en ellas se llevan las historias a una frontera en la que la moralidad se desliza sobre un terreno más ambiguo, y ayuda a resaltar el contraste entre una sociedad que no se adapta bien a quien intenta adaptarse por todos los medio a ella. Este género resalta muy bien todos los matices morales que hay en ese contraste. La historia viaja a zonas oscuras del alma para resaltar ese tipo de contrastes.
-¿Son inventados los escenarios?
-Son solo una herramienta más. Lo que sí es completamente ficticia es la historia de esta novela.
-¿Qué valor le da al humor en la obra?
-Yo soy gallego y la retranca viene de serie, pero es verdad que en ese ejercicio terapéutico a medida que uno se va liberando de esas angustias, la sonrisa surge como un arma poderosísima. Eso se lo agradezco a mi hijo. La novelación de esa historia es un viaje en sí mismo y un tránsito hacia una asunción y comprensión de la situación.
-¿Seguirá escribiendo?
-No lo sé, porque mi punto de partida es muy concreto por lo que no sé decirte. Mi hijo ha sido la chispa que ha despertado la necesidad de contar, pero el futuro está por escribir