Unir cooperativas, volver a sembrar las tierras y plantar bosques mixtos son propuestas que dos lucenses recogen en su último libro
15 abr 2012 . Actualizado a las 07:00 h.«Esta crisis puede ser una mina de oro verde para quien la sepa aprovechar». Esto es lo que Antonio Gude y Antón Cando sostienen en su libro Galicia. Oro verde sin explotar. Para estos «visionarios» lucenses, la clave está en diversificar, en invertir en un poco de todo. «En la economía rural no deberíamos conformarnos solamente con tener vacas, es conveniente diversificar, y sería bueno potenciar mucho más las plantaciones, sobre todo las autóctonas, así como fomentar proyectos de horticultura, floricultura, silvopastoreo... donde sea posible, en una palabra, buscar modelos alternativos». Algunas de esas alternativas aparecen propuestas en su obra.
Para Cando y Gude, Galicia se va a ver muy afectada por la expansión de los precios de los piensos: «los campesinos pararon de sembrar, hoy todo se va en comprar, se perdió una gran oportunidad, porque si tuviésemos nuestras tierras sembradas, ahora recogeríamos los beneficios». En este sentido aconsejan parar la destrucción masiva de tierras agrícolas y volver a producir, porque «quien no autoproduzca algo, pagará caro su carro de la compra. La necesidad de cultivar de nuevo se ve venir».
Ambos profesionales centran sus esperanzas en que «los productores lácteos que todavía venden a las multinacionales extranjeras se vayan pasando a las cooperativas galaicas, o comercialicen la leche directamente a través de máquinas expendedoras, como ya se está haciendo con éxito desde hace unos años en el País Vasco».
De su experiencia y de su observación del entorno, Antón Cando y Antonio Gude deducen que en el medio rural gallego se hace más con menos, y que es posible producir lo necesario con menos esfuerzo, y también es viable obtener rentabilidades mayores optimizando el modo de producción y distribución. En su opinión, «una cosecha ecológica vendida directamente al consumidor aportaría más a todos: a la tierra, a las aguas, a los seres vivos y al cambio climático. Esto sería posible con emprendedores, porque los consumidores ya los hay, desde el mismo momento en que resulta factible vender los productos ecológicos al mismo precio que los otros, ya que se eliminan los intermediarios innecesarios.
Cooperativas que abarquen todo el ciclo
Los autores dicen que ponerse a crear algo en épocas de poco consumo es muy incierto, pero «podría ser posible aunando cooperativas que abarquen todo el ciclo: producción, elaboración, distribución y venta».
Plantar oro verde
Lo que proponen es la creación de un nuevo modelo de plantación: los bosques mixtos, con pinos, castaños, robles, eucaliptos, cerezos, nogales y demás. Serían bosques rentables no solo por su madera, sino por sus frutos. Servirían para la producción de setas, el silvopastoreo, la cría de cerdos, las rutas de senderismo o las excursiones didácticas. Se podrían aprovechar incluso para impulsar más cotos de caza privados, «a los lugareños habría que pagarles por cazar en sus tierras», o para promocionar cacerías internacionales. Este modelo contribuiría por otra parte a redescubrir los bosques gallegos y la gastronomía rural.
Autopistas de forraje
Con el fin de mejorar las plantaciones forestales, Gude y Cando proponen crear grandes cortafuegos sembrados de maíz, un forraje que permanece verde en verano y encierra un alto porcentaje de humedad. Asimismo, estas «autopistas forrajeras» llevarían unas cunetas para recoger las aguas pluviales, que confluirían en estanques de almacenamiento, y que podrían usarse en las tareas contraincendios.
Semillas en los colegios
Sembrar es más sencillo y más barato que plantar, además, se puede hacer todo el año, el árbol ya sabe cuando tiene que nacer. Se trataría de distribuir semillas de coníferas y de especies autóctonas en los colegios, entregando un plan de siembra clasificado por zonas climáticas y por terrenos afines, respetando, eso sí, las explotaciones agrícolas.
Simientes autosembradas
Contando con el apoyo de una factoría láctea o de zumos, se podrían regalar semillas con el envase, que podría servir incluso de recipiente para plantarla, siempre que sea biodegradable. Esta sería una buena fórmula para que la gente vaya empezando a paliar el cambio climático de una manera activa y comprometida.