El atrio del templo lucense es un mausoleo de ilustres personajes relacionados con el clero
10 mar 2013 . Actualizado a las 07:00 h.El atrio de la catedral de Lugo no es solo un remanso de paz para el que tiene el privilegio de pasearlo. Es, además, un lugar de enterramiento de canónigos que no solo tuvieron un papel destacado en la iglesia durante el pasado siglo sino que destacaron también por su actividad musical y literaria que ha dejado huella en los tiempos venideros.
Son en total 26 sepulturas, que recorremos bajo la amable y atenta información del canónigo Manuel Castiñeira Pardo, encargado del culto en la basílica lucense.
Aquí reposan, en una de las alas del atrio, clérigos como Francisco Vázquez Saco, sacerdote sarriano, escritor e investigador, que llegó a dirigir el diario La Voz de la Verdad en el que publicaría varios poemas al tiempo que era asesor espiritual de la Escuela Nocturna Obrera de Lugo durante la Segunda República.
Su interés por la cultura, y especialmente por la arquitectura, lo llevó a presidir la Comisión Provincial de Monumentos y a escribir numerosos artículos sobre las iglesias románicas de la provincia y sobre los artistas que trabajaron en la Catedral de Lugo.
Fue rector del Seminario y miembro correspondiente de la Real Academia de Historia y de la Real Academia Gallega, pronunciando en esta última un discurso de ingreso Toda-las frores pra ela en el que estudiaba las invocaciones marianas de la Catedral lucense en la Alta Edad Media.
Gran aficionado a los refranes, llegó a juntar cerca de 23.000 de Galicia. Falleció en 1962 y tiene calle dedicada en su población natal: Sarria.
Otros notables
Entre los enterramientos del atrio de la catedral figuran los de Arturo Veiga Valiño, que publicó un estudio sobre La doctrina escatológica de San Julián de Toledo, o José Ferro Martínez, gran animador de la Semana Santa Lucense, de la que fue coordinador general de la Junta de Cofradías además de ser uno de los primeros sacerdotes en misar en gallego.
Otro enterramiento ilustre en la Catedral de Lugo es el de Juan Antonio Moreno Fuentes, compositor y músico desde temprana edad, que legó obras con un estilo cercano a los grandes autores clásicos pero que prestó especial atención a la música gallega, componiendo «ocho lieders» sobre textos de Rosalía de Castro, además de otras notables composiciones como la Misa Peregrini, que se interpretaba los domingos de Corpus, así como otras obras de corte religioso.
Fundador del Museo Diocesano
Tampoco se podría dejar en el olvido a Alfredo Lorenzo López, que fundó en 1918 el Museo Diocesano de Lugo. Un sacerdote que tenía fama de sencillo, humilde, culto y trabajador infatigable y que precisamente por su trabajo como fundador del Museo Catedralicio sería nombrado correspondiente de la Academia de Bellas Artes de San Fernando.
El museo que fundó tuvo sus inicios en el Seminario Mayor aunque su mayor éxito como exposición vendría después de su muerte al ser trasladada la obra museística a la Catedral, concretamente al triforio en donde tiene como pieza estrella el Crismón de Quiroga.
A mayores de los citados, figuran en el atrio las sepulturas de José Castiñeira Pardo, creador y director de la Coral Polifónica de Lugo, de gran predicamento en su época y germen de otros coros que surgieron posteriormente en la ciudad; Ángel Garrote Martín, vicario que fue y deán; José Palmón, de grato recuerdo en el hospital de San José en donde fue capellán; Julián Huerta del Corral, José Barreiro, Manuel Mayandía Teira, beneficiado tenor, o Primitivo Rodríguez Álvarez, sochantre y músico.
Cementerio antiguo
El atrio de la Catedral también acoge enterramientos procedentes del antiguo cementerio de Lugo, cuando fue clausurado en la avenida de Ramón Ferreiro, como es el caso del arcediano José María Palacios, fallecido en 1916, César Abellá Vázquez, muerto en 1943, el canónigo Narciso Gómez Luque, fallecido en 1933; el canónigo penitenciario Tomás Buide López, enterrado en 1907 o el capellán Francisco Varela Fernández, que pasó a mejor vida en 1953.
Un atrio, como se puede ver, para no pisotear, pero sí para tener en mente una historia importante de Lugo.