Ganaderos de Abadín asumen que los ataques a ganado caballar son eficaces porque así queda a salvo el vacuno
09 jun 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Los ataques a potros no son raros en zonas donde abunda el ganado caballar de monte y donde puede haber lobos. Lo que tampoco resulta raro, por extraño que pueda sonar en una primera impresión, es que los potros hagan un favor a otros animales cuando son devorados por los lobos.
«Os poldros son un escudo no monte contra os lobos». Quien se expresa de manera tan clara y rotunda es Manuel Rivas, ganadero de la parroquia de Labrada. En esta zona del nordeste de la Terra Chá que además está próxima concellos mariñanos como O Valadouro, Alfoz y Mondoñedo, los ataques de lobos son habituales: según sus datos, más de 50 potros han sufrido daños en lo que va de 2013.
A cambio, agrega, el ganado vacuno, formado por vacas y becerros, queda más bien a salvo. Su conclusión está clara: «Se non houbese poldros, os lobos atacarían aos becerros», sostiene este ganadero.
La cabaña caballar es extensa en esa amplia parroquia abadinense. Unas 1.000 cabezas pueden pastar libremente por el monte, en donde cumplen además una función de desbroce que los ganaderos no dejan de reconocer. La cotización en el mercado, en una comunidad en la que el consumo de carne está en niveles inferiores a los de otras, no anima a criar estos animales.
Un potro, dice Rivas, puede venderse «como moito» a 25 euros, y para eso hace falta una negociación algo insistente con el comprador.
Mientras tanto, la cabaña de ganado vacuno también suma varios centenares de cabezas entre vacas y becerros. Hay vacas que están todo el año en el monte, mientras que otras permanecen en las explotaciones unos cinco meses, de noviembre a abril. Los becerros, como se detalla en el cuadro adjunto, completan su alimentación en los cebaderos antes de su venta.
Pastizal o monte abierto son los dos tipos de terreno en que permanece el ganado vacuno. En el caso de una parroquia como Labrada, explica Rivas, el pastizal es terreno que pertenece a la comunidad de montes y que fue preparado por la Xunta hace años: su distribución se reparte entre diversos barrios de la parroquia hasta sumar una extensión total de unas 300 hectáreas.
Lo que sí destaca este ganadero es que esas reses, tanto si permanecen en un pastizal como si se mueven y pastan en terreno abierto, se caracterizan por un sistema de producción completamente extensiva, sin procedimientos industriales en su alimentación.
Por otro lado, el ganado caballar que se mueve por el monte y que a menudo sufre los ataques de los lobos no proporciona ninguna compensación económica si llega a sufrir daños. En realidad, manifiesta Rivas, ni siquiera se notifican esas situaciones, ya que no siempre están identificados, condición indispensable para obtener alguna cantidad por los daños. Una vez muertos, quedan en el monte, y sus restos son devorados por aves.