
Sus creadores fueron pioneros en los 70 de un modelo ahora muy común
26 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.Las urbanizaciones formadas por decenas de fincas individuales y un chalé o casa independiente en cada una de ellas es un modelo urbanístico ahora frecuente. Municipios como Outeiro de Rei son un magnífico exponente de este modo de habitar el terreno que comenzó a expandirse en los inicios del siglo XXI en Galicia y España. Pero en los años 70 hubo en Lugo un grupo de cinco o seis empresarios que fueron auténticos pioneros en esta idea de vivir en el campo, pero no en las casas de labranza, sino en chalés o mansiones de nueva construcción, al margen de la vida agraria, y con algunos servicios comunes como pistas deportivas o piscina. Una idea muy avanzada para aquellos años que pusieron en marcha el empresario Martínez y un grupo de amigos tras comprar un trozo de monte en Santa Mariña, de O Corgo, y repartirlo en parcelas.
Este proyecto les reportó una forma de vida más cómoda y unas casas más amplias que en la ciudad. Y también beneficios, porque tras construir sus mansiones más o menos grandes, vendieron el resto de las fincas para otros vecinos o amigos que también se animaron a construir allí. Pero las leyes urbanísticas de la Xunta en la década del 2000 convirtieron a esta urbanización en ilegal, porque no era un pueblo tradicional ni casas de labranza, y quedaron al margen de la ley; aunque la urbanización era mucho más respetuosa con la ordenación del territorio y con el medio ambiente que muchos pueblos con siglos de antigüedad.
Santa Mariña tiene una red de caminos que fueron asfaltados, pero serpentean y siguen en gran medida los senderos tradicionales respetando las ondulaciones naturales del terreno. No como en otras urbanizaciones actuales, donde se destruyen las rasantes y hasta se desvían cauces para construir calles rectas y con aceras, como en una ciudad. En Santa Mariña incluso hubo gran respeto por los árboles autóctonos, mucho más que en las urbanizaciones actuales, donde son talados limpiamente y no queda resto de ellos o en el mejor de los casos son sustituidos por especies foráneas de viveros forestales.
Pero también aquella urbanización de los años 70 fue respetuosa con el patrimonio, ya que conservaron sin destrozar cuatro sepulturas medievales excavadas en la roca, que están catalogadas y valladas. O la iglesia, de origen románico, perfectamente integrada en el conjunto de viviendas.
Pero a pesar de ello, la normativa de la Xunta dejó al margen de la ley a la urbanización, cuyos propietarios ahora pueden volver a respirar tranquilos porque sus casas no se verán amenazadas por la piqueta, y pueden ser reformadas o ampliadas con licencia y cumpliendo la ley, gracias al proyecto de legalización emprendido y pagado por todos los vecinos.