Los pulpeiros despachan más raciones para casa que para comer en los locales

lorena garcía calvo
lorena.garcia@lavoz.es

Este San Froilán, extraño donde los haya, el pulpo se degusta en casa. Lo dicen los pulpeiros, que son los que saben del negocio y los que estos primeros días de octubre afilan las tijeras con la esperanza de que el patrón de Lugo eche un cable a la hostelería.

Aunque la semana cultural del San Froilán no comienza hasta este domingo, este sábado ya se podían ver en la ciudad los primeros calderos a pie de calle y más demanda que un sábado cualquiera en los locales especializados. «Sobre todo está habendo encargos, xente para comer no local non hai moita, porque ademais seguimos coas restricións», explican Teresa y Marina, de la mítica Pulpería Lareira. El negocio lleva 40 años funcionando en A Milagrosa y ni el coronavirus impide que sus pulpeiras se afanen en trocear el cefalópodo con maestría. Eso si, a menor ritmo. «Hai un pouco máis de axetreo ca un día normal e xa temos encargas para hoxe e mañá, pero non é o doutros anos, está a cousa frouxiña», describen.

 

Los pulpeiros dicen que este año los clientes prefieren llevarse el pulpo para casa
Los pulpeiros dicen que este año los clientes prefieren llevarse el pulpo para casa Óscar Cela

Los clásicos platos de madera, santo y seña del pulpo á feira, están cediendo el testigo al táper de plástico. Y es que como el temor al coronavirus sigue sobrevolando la ciudad, muchos clientes prefieren llevarse el manjar al comedor del hogar. «Hai moita xente que trae o táper e o leva para comer na casa, é comprensible, seguimos asustados», dicen las pulpeiras.

A un puñado de metros del caldeiro que dominan Teresa y Marina, se encuentra trabajando Rubén Otero, de Castroverde. A pie de calle, bajo una lustrosa carpa, ha montado su puesto de la mano de uno de los negocios de hostelería del barrio aprovechando el permiso que el Concello de Lugo ha dado para que los calderos salgan a las aceras para satisfacer paladares y mantener viva la tradición sin propiciar aglomeraciones. «Non estamos para moita festa, pero vaise traballando. O polbo sempre ten moi boa aceptación», explica.

 Rubén conoce el negocio a la perfección. Es feirante desde hace años, ha servido platos de pulpo por toda España y confía en que el tirón del cefalópodo se mantenga este San Froilán a pesar de todo. «Este é un ano moi distinto, outras edicións non había pulpeiros dabondo para atender toda a demanda», narra. Esos tiempos ya suenan a pasado y ahora todos asumen que lo que toca es tirar para adelante como se pueda. «O que se está vendo é que a xente se leva o polbo para a casa. Nótase que hai medo, véndese un 20 % para comer aquí e un 80 % para os domicilios», estima.

 Ya sea en casa o en el restaurante, lo importante es degustarlo con seguridad. Los llamamientos para respetar las normas llegan de todas partes.