Los artefactos del Mesolítico hallados en Valdavara en esta y en las anteriores campañas de excavación -según indican los investigadores- pertenecen a un tipo muy concreto de industria lítica del que hasta ahora no se conocían muestras en Galicia. Corresponden a lo que se conoce como Mesolítico macrolítico, una técnica que se caracteriza por la fabricación de piezas de notable tamaño con unas técnicas de talla bastante menos complicadas que las usadas en el Paleolítico Superior, en el que las herramientas eran mucho más pequeñas y sofisticadas. Esta clase de industria mesolítica es bien conocida en otras zonas de la península, como Asturias -donde también se la ha denominado asturiense clásico-, el centro de la Meseta o el valle del Ebro.
Pero en el yacimiento de Becerreá no solo se puede percibir el cambio sufrido en las técnicas de talla, sino también en el uso de las materias primas. «Los habitantes de Valdavara en el Paleolítico fabricaron herramientas de sílex, que forzosamente tenían que ir buscar muy lejos de aquí, mientras que los del Mesolítico usaban solo cuarzo, un material que se encuentra en el entorno de la cueva», indica Manuel Vaquero a este respecto.
Fuente de materia prima
En el tránsito del Paleolítico Superior al Mesolítico, las poblaciones humanas también modificaron sus costumbres en lo que se refiere a los lugares de habitación, lo que parece percibirse en el yacimiento becerrense. «Las industrias mesolíticas han aparecido fuera de la cueva y no dentro de ella seguramente porque quienes las fabricaron ya no vivían en grutas, al contrario de lo que sucedía en el Paleolítico, sino exclusivamente en asentamientos al aire libre», comenta el arqueólogo. En su opinión, los pobladores del Mesolítico frecuentaron este lugar únicamente con el fin de obtener materia prima para sus herramientas en las vetas de cuarzo que afloran entre la roca caliza que predomina en la zona y de la que está formada en la cueva. «Lo más probable es que viniesen aquí solamente para extraer lascas de los bloques de cuarzo y que después se las llevasen a su lugar habitual de asentamiento para acabar de tallarlas con más calma», añade.