Hallazgos realizados en otras partes de Europa confieren cada vez más interés al yacimiento paleolítico de Triacastela
30 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Cova Eirós no es solo el yacimiento neandertal más importante descubierto hasta ahora en Galicia, sino que también constituye una rareza en el contexto ibérico y europeo. La cueva de Triacastela es uno de los pocos lugares del continente donde se han hallado rastros de los hombres de Neandertal con una antigüedad superior a los 100.000 años, una época remota y todavía muy poco conocida que está despertando cada vez más interés entre los investigadores gracias a diversos hallazgos realizados en los últimos tiempos. A la espera de la próxima campaña de excavaciones -prevista para agosto-, por lo tanto, el valor potencial de este yacimiento no deja de crecer.
El más reciente y espectacular de los descubrimientos relativos a este período de la prehistoria -dado a conocer en los pasados días en la revista británica Nature- fue realizado en la cueva de Bruniquel, cerca de la ciudad francesa de Toulouse. En una zona profunda de esta gruta se hallaron unas estructuras circulares construidas hace unos 176.000 años con cientos de pedazos de estalagmitas que no parecen tener ninguna función práctica, por lo que se cree que están relacionadas con algún tipo de culto o ritual. Ello indicaría que incluso en una época tan alejada los neandertales ya habían desarrollado un pensamiento de carácter simbólico.
En Cova Eirós aún no se encontraron rastros de un período tan remoto, pero sí de otros más recientes que pertenecen a la misma etapa cronocultural. El nivel arqueológico más antiguo que se pudo datar en este yacimiento tiene unos 118.000 años. En la última campaña de excavaciones se alcanzó el techo de otro nivel más profundo -y por lo tanto más antiguo- que se seguirá explorando este año. Otra ocupación neandertal más tardía en esta cueva, hallada con anterioridad, fue datada hace 84.000 años.
Vestigios muy raros
Estas dataciones son suficientes para situar a Cova Eirós entre los nueve únicos yacimientos neandertales conocidos en la península que pertenecen al llamado interglacial OIS 5, un período cálido que se registró entre las dos últimas glaciaciones, entre hace 134.000 y 74.000 años. Los demás están repartidos por las provincias de Guipúzcoa, Burgos, Valencia, Castellón, Madrid, Guadalajara y Granada. En el resto de Europa, los rastros de ese período son también muy escasos y dispersos, y se encuentran en Alemania, Croacia, Eslovaquia, Francia, Grecia e Italia. Los investigadores conceden una gran importancia a los vestigios de esta época, ya que corresponden a la transición entre dos de los grandes períodos culturales de la prehistoria remota, el Paleolítico Inferior y el Paleolítico Medio. Durante esta larga etapa se desarrolló la evolución tecnológica que diferencia a los llamados neandertales tempranos -aparecidos hace unos 300.000 años- de los conocidos como neandertales clásicos, es decir, los que vivieron entre hace 115.000 y 40.000 años. La mayoría de los yacimientos neandertales que se conocen en Europa y Oriente Medio pertenecen a esta última época.
Una relevancia especial
Dada la escasez general de rastros de los neandertales tempranos, todos los hallazgos relativos a ese período revisten un singular interés para las investigaciones sobre el Paleolítico. Los descubrimientos que se puedan efectuar a partir de ahora en Cova Eirós -en niveles de una antigüedad superior a los 118.000 años- adquirirán por ello una relevancia muy especial. Según los sondeos con georradar realizados hace ya tiempo, por debajo de lo que se excavó hasta ahora todavía quedan otros dos metros de sedimento hasta alcanzar el piso de roca madre de la cueva. Lo que aún no es seguro es que estos niveles inferiores contengan muchas más huellas arqueológicas de los neandertales tempranos. En las excavaciones de este verano puede resolverse una parte de esta incógnita.
Peculiaridades tecnológicas
Entre los artefactos líticos desenterrados hasta ahora en Cova Eirós figura un gran número de piezas talladas en cuarzo. Esta materia prima, quebradiza y difícil de tallar, es poco habitual en los yacimientos del hombre de Neandertal, que prefería otros minerales para fabricar sus herramientas, como el sílex o las cuarcitas de grano fino. En algunos yacimientos franceses donde estas piedras son menos abundantes también se hallaron piezas fabricadas en cuarzo