
Celestina Penabad suele pasar unas semanas de la época estival en Roupar, donde vivió durante décadas
03 ago 2016 . Actualizado a las 21:19 h.Celestina Penabad regresa todos los veranos a Roupar (Xermade), en donde pasa una parte de la época estival. Desde hace años, vive habitualmente en A Coruña con una de sus hijas, Teresa. Esta y su hermana, Olga, que vive en Vilalba, aseguran que a su madre le atrae el lugar en el que pasó gran parte de su vida y al que llegó, procedente del vecino municipio de Muras, al casarse.
No sorprende que la casa y el pueblo que han sido los escenarios de gran parte de una vida tengan para alguien más interés que una ciudad, por más que se trate de A Coruña, con todo su reconocido encanto y con sus lógicos alicientes y servicios. En cambio, sí sorprende, y mucho, que se diga que Celestina Penabad tiene nada menos que 109 años, cumplidos ayer. Unas pastas y una botella de sidra sobre la mesa de una sala de estar de su casa delatan que el día puede ser efectivamente especial; pero el aspecto físico, desde luego, no ayuda a intuir que ya ha rebasado ampliamente los 100 años de edad.
Habla poco, y tiene algunos problemas de oído desde hace años. Sin embargo, mantiene la lucidez en buenas condiciones y come de todo. La única condición es que no los alimentos no sean demasiado duros para su dentadura; pero ayer, por ejemplo, tomó flan de postre, y en alguna ocasión acompaña el almuerzo con un vasito de vino. La celebración familiar del cumpleaños, sin embargo, no tendrá lugar hasta el domingo.
Un día normal de los que pasa en Roupar supone levantarse alrededor de las once de la mañana, comer sobre las dos de la tarde, echar una siesta, levantarse después de las cinco, pasar un buen rato en la huerta situada detrás de la casa y acostarse sobre las once o las doce. Aún hojea con frecuencia el periódico y alguna revista, y de vez en cuando, si la noticia le parece interesante, pasa del vistazo a la lectura. Ha perdido algo de interés por la pequeña pantalla; pero todavía ve algo la televisión: hace poco, el concurso Pasapalabra era uno de sus programas favoritos, como también lo eran antes las representaciones teatrales de Estudio 1.
Ahora, en A Coruña, sale algo a la calle, pero menos que antes y siempre acompañada. Antes, en cambio, se movía sola por la ciudad y era aficionada a tomarse un chocolate en alguna cafetería del centro. Sin embargo, el tener que salir acompañada a la calle no la he hecho renunciar, como explican sus hijas, a la costumbre de ir con frecuencia a la peluquería. Ayer tuvo la visita del alcalde xermadino, Roberto García, que comentó que Celestina Penabad siempre había sido una persona con buena imagen.
El contacto con el regidor de Xermade, que le entregó un ramo de flores con motivo de la señalada fecha de ayer, sirvió también para demostrar que la cabeza de la homenajeada conserva bien los recuerdos y la capacidad de asociar. Poco después de llegar el regidor a su casa, le preguntó por sus padres.
Curiosamente, la política también estuvo presente en su vida familiar, ya que su marido, Antonio Pardo, fue alcalde del ayuntamiento de Xermade, durante unos meses, en la Segunda República, período en el que se extendió a las mujeres el derecho al voto y en el que ella empezó a ejercerlo. La política, por otro lado, también sirve para reflejar su buen estado de conservación, puesto que el pasado 26 de junio acudió a votar, y cada vez que se acerca una cita electoral, comentan las hijas, se interesa por los candidatos que se presentan por los distintos partidos.
La larga edad parece algo casi genético, ya que dos primas suyas murieron con más de cien años. Sea algo genético o no, también parece arraigada en ella la cortesía. Cuando el autor de este reportaje se despide de ella y le desea que siga cumpliendo más años, ella responde con una expresión breve y más que suficiente: «Gracias», le dice.