El anuncio que el actor y director protagonizó en la Super Bowl levanta escamas en los conservadores, entre los que milita
11 feb 2012 . Actualizado a las 05:27 h.Clint Eastwood es un patriota estadounidense de tomo y lomo. Republicano, para más señas. Durante su juventud y temprana adultez construyó su carrera con papeles de justicieros solitarios al margen de la ley o en la peor de las caras dentro de ella. Su detective Harry Calahan se convirtió en referencia habitual de los discursos de Ronald Reagan. E incluso en su época de reconocimiento artístico, ya como veterano actor y, sobre todo, director, nunca ocultó sus preferencias políticas y deslizó mensajes conservadores en obras de arte universalmente aceptadas, como Mystic River o Gran Torino. Por eso, la sorpresa fue mayúscula cuando su aparición en la reciente Super Bowl decepcionó sobremanera a la élite del republicanismo estadounidense.
Unos 114 millones de espectadores sólo en el país norteamericano vieron el anuncio de la automovilística Chrysler, protagonizada por Eastwood. Se proyectó durante el descanso del partido entre los Giants y los Patriots y poco después del show de Madonna. En el spot, Eastwood lanza una soflama patriótica comparando la devastación de la industria del coche en Detroit y su recuperación, con lo que puede hacer el país para remontar la crisis. Para sorpresa del cineasta, el sector ideológico con el que más simpatiza le acusa de haberse pasado al enemigo. Nada más y nada menos que Karl Rove, jefe del gabinete de la Casa Blanca durante el mandato de George Bush, abrió el fuego: «Francamente, me ofendió. Es lo que sucede cuando se hace política al estilo de Chicago, y el presidente de los Estados Unidos y sus discípulos usan el dinero de nuestros impuestos para comprar anuncios y los mejores deseos de la dirección que se beneficia consiguiendo un poco de nuestro dinero que nunca devolverán».
Rove, comentarista político de la conservadora Fox, acusó a Eastwood de venderse a Obama, asumiendo que el mensaje del anuncio («Estamos preparados para el segundo tiempo de este partido», en referencia a la crisis) hablaba en realidad del segundo mandato que buscará Obama en las inminentes elecciones presidenciales. La corriente que se generó fue tan fuerte que el propio Eastwood tuvo que lanzar un comunicado: «No hay nada de ese enfoque en ese anuncio. Desde luego que no estoy afiliado políticamente con el señor Obama. Se suponía que iba a ser un mensaje sobre el crecimiento del empleo y el espíritu de Estados Unidos. Creo que todos los políticos estarán de acuerdo. Creo que la esencia estaba bien. Si Obama o cualquier otro político quiere seguir esa esencia, adelante».
Eastwood declaró hace poco al diario The Los Angeles Times que no recuerda haber votado nunca a un demócrata para presidente. Pero lejos de ser estigmatizado en un mundo tan progre como el de Hollywood, ha sido respetado en sus ideas. Pocos ejemplos plasman el respetuoso manejo de sus ideas como el díptico sobre la ocupación estadounidense de Japón, con Banderas de nuestros padres y Cartas desde Iwo Jima. «Siempre he sido un liberal, en lo que se refiere a que la gente piense por sí misma. Pero siempre he sido beligerante en cuestiones como el déficit o en los rescates de bancos o empresas», decía en esa entrevista. Todo mientras en cartelera está su retrato de J. Edgar Hoover: «Era un patriota en su corazón, pero se excedió en su poder. Si ayudó o no a Estados Unidos, aún está por ver», define Eastwood al impulsor del FBI. Y esa definición equidistante se ajusta a la polémica en la que se ha visto envuelto por culpa de un anuncio de la Super Bowl.