La policía identificó al detenido, Manuel Fernández Castiñeiras, tres días después del robo y la compra, con dinero en efectivo, de varias viviendas le delató. La entrega del manuscrito se ha aplazado hasta que se acabe de analizar todo el material hallado en los domicilios, entre el que se encuentran unos diarios donde apuntaba sus andanzas. El electricista, su mujer, y su hijo, permanecen detenidos. La novia del hijo está en libertad
10 jul 2021 . Actualizado a las 19:16 h.Manuel Fernández Castiñeiras ha confesado esta tarde que robó el Códice Calixtino. El principal sospechoso llevaba meses negando los hechos pero tras ser localizado el manuscrito en el garaje de O Milladoiro ha reconocido que él se lo había llevado. La Policía consiguió en los registros mucha información y no era fácil justificar todo el dinero que tenía en su propiedad, cantidades con las que incluso pagó en efectivo varias viviendas.
El autor confeso del robo del Códice Calixtino, Manuel Fernández Castiñeiras, compró en el año 2008 un apartamento en A Lanzada, que pagó en efectivo. Años antes, adquirió un piso para su hijo justo frente a su domicilio, también en metálico. La policía no sabe de dónde procedía todo ese dinero que abonó billete sobre billete, porque había heredado unas fincas pero no consta que las vendiera. Esto certificaría la tesis de que el hombre que trabajó 25 años como electricista de la catedral podría haber estado robando durante años allí. En todo caso, Serafín Castro, el jefe de la UDEV, que ha dirigido las investigaciones, no lo ha confirmado en la rueda de prensa que ha ofrecido esta tarde, sin embargo sí podrían arrojar luz sobre la procedencia de las grandes cantidades en efectivo que manejaba Castiñeiras tres diarios del detenido en los que contaba sus andanzas que los agentes encontraron en los registros.
Castro ha asegurado que la policía se ha aprehendido además de diez facsímiles del Códice, más otro del Libro de las Horas, varios documentos de hace dos siglos y unos «libracos», que podrían ser diarios. En estos momentos está investigando el contenido y la procedencia de todo ese material.
Fernández Castiñeiras, ya era uno de los principales sospechosos de la investigación desde días después del robo. Un informe interno de la Brigada de Seguridad Ciudadana, que se ha conocido hoy, confirma que el ahora detenido ya había sido señalado el 8 de julio del 2011, es decir, tres días más tarde de tener constancia del robo, como el presunto autor de la sustracción.
El sindicato policial SUP ha cuestionado la «tardanza» en la detención del sospechoso y ha alabado al agente que en un «escrito interno» dirigido a la Jefatura de ese centro «señaló al ahora detenido». El SUP apunta que el agente «fundamentaba sus sospechas con datos concretos», de manera que pregunta si dicha información «se ha tenido en cuenta a la hora de abrir la línea de investigación», y subraya que, de ser así, «cuesta trabajo entender el porqué de la tardanza en su solución». El SUP destaca, por otra parte, que en la investigación hay todavía «cuestiones colaterales por aclarar, sobre todo en el ámbito de las relaciones laborales y humanas entre el detenido y los responsables de la iglesia compostelana». En cualquier caso, desde el Sindicato Unificado de la Policía se congratulan del desenlace favorable de la investigación que condujo ayer a descubrir el Códice en un garaje de Milladoiro.
Uno de los cuatro detenidos, en libertad
En un ámbito judicial, hoy se ha sabido que la novia del hijo del principal sospechoso ha sido puesta en libertad en cargos. El electricista José Manuel Fernández Castiñeiras, arrestado en la calle; su mujer, María Remedios Nieto Mayo, y el hijo que tienen en común, permanecen detenidos en dependencias de la Policía Nacional. Los cuatro están imputados en la causa y prestarán mañana declaración ante el titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Santiago de Compostela, Antonio Vázquez Taín.
Mientras tanto, esta mañana ha sido de nuevo de un gran revuelo en Milladoiro. Un amago de registro que, al final, no ha tenido lugar, provocó la alarma de muchos vecinos de la avenida Rosalía de Castro, donde se halla el domicilio familiar del matrimonio detenido. A primera hora de este jueves se anunció que iba a ser registrado el local de una antigua Asociación de vecinos de Milladoiro. Al parecer, el extrabajador del templo compostelano también se quedó con las llaves de este inmueble.
«Solía dejar propinas de un euro»
Desde Sanxenxo, municipio donde Manuel Fernández tenía un ático de su propiedad -en A Revolta (Noalla)- los vecinos se muestran muy sorprendidos por lo acontecido en las últimas horas e incluso recuerdan cómo el ahora detenido mostró hace unos días porque debía reparar su vehículo y era un «arreglo de 2.000 euros». Así lo señala a Efe la propietaria de la cafetería Casalote, María Jesús Hernández, presente en la conversación.
Este exempleado de la Catedral solía pasar los fines de semana y el verano en este municipio pontevedrés. «Era habitual que el jueves llegase con su mujer, Remedios Nieto, en un viejo automóvil -un Xantia verde oscuro-, para disfrutar de la tranquilidad de esta parroquia, donde se compraron el pisito hace cinco años por algo más de 300.000 euros», contaron a Efe conocidos del presunto autor material del robo del valioso manuscrito. «A ella le gustaba pasear, y él frecuentaba este bar, donde solía dejar propinas de un euro, pero más allá de eso, nunca demostró signos de ostentación, más bien al contrario», indicaron a Efe, siempre desde el anonimato.
Amenazas al deán
Poco a poco se van conociendo, además, más datos de la complicada relación que mantenía el detenido con personas de la catedral. Fuentes próximas al caso recalcan la libertad de movimientos que tenía Manuel Fernández Castiñeiras dentro del templo. Tenía llaves de las estancias de la Catedral donde se custodian las reliquias y solía llevar bombones al templo compostelano.
Este exempleado, que prestó sus servicios como autónomo durante 25 años en el templo, «andaba por aquí como por su casa, merodeaba por todos lados, con los que tenía confianza», han indicado, pero «de que había hecho copias de las llaves nos enteramos muy tarde», han precisado. Fernández Castiñeiras «se llevó piezas» de la seo incluso después de la sustracción del valioso manuscrito, y llegó a amenazar al deán, José María Díaz, con el que mantenía discrepancias, de que «iba a arruinarle la vida».
Alegría ayer en la catedral
A pesar de la confesión es probable que el manuscrito tarde aún unos días en volver a la Catedral, mientras la policía analiza todo el material incautado.
El libro ya estuvo ayer en la Catedral, donde fue autentificado por el deán. Tanto él como el arzobispo pudieron volver a pasar las páginas del Códice Calixtino. Tras ser localizado al mediodía en un garaje de O Milladoiro, la policía llevó el manuscrito hasta la catedral para que el arzobispo Julián Barrio y el deán José María Díaz pudieran comprobar su autenticidad. El Códice Calixtino permanecerá bajo custodia policial hasta el viernes, cuando está previsto que vuelva a la Catedral.
Después del acto de comprobación de la autenticidad del Códice Calixtino, el deán compostelano aseguró que desde hace tiempo solo se seguía una pista en el robo del incunable. «Hace ya tiempo que había una pista única y teníamos certeza absoluta de la persona que lo había sustraído», comentó José María Díaz.
El Códice Calixtinofue encontrado envuelto en una bolsa de plástico y, a primera vista, en perfecto estado, oculto en un garaje de O Milladoiro, cerca Santiago, del que la Policía desconocía su existencia y que habría sido revelada por uno de los cuatro detenidos por el robo en el transcurso de los interrogatorios que se están llevando a cabo desde que ayer se produjesen los arrestos.
Año de hipótesis, de la desaparición al robo
La aparición del Códice Calixtino ha disipado la principal preocupación de los investigadores, que era que el manuscrito hubiese sido vendido o destruido. Por ello, cuando lo han visto ante sus ojos, entre los agentes de la Brigada de Patrimonio Histórico y del propio juez instructor, José Antonio Vázquez Taín, se han producido escenas de auténtica euforia y alegría. El Códice Calixtino ha sido sacado del garaje de O Milladoiro sobre las 16.45 horas, en medio de una enorme expectación. Se encontraba en el primer trastero dentro del inmueble.
La primera noticia de la desaparición del Códice Calixtino fue recibida como un imposible. El 6 de julio del 2011 la policía confirmó que investigaba la falta del Liber Sancti Iacobi de la caja fuerte de la catedral de Santiago, aunque no podía precisar el día exacto, entre el 30 de junio y el 5 de julio, en que la joya dejó de estar en su lugar. Las palabras desaparición o extravío fueron dejando paso en los primeros días a la hipótesis del robo, una teoría que se apoyaba en todas las líneas de investigación en una colaboración interna por la dificultades de acceder al libro, aunque la policía señaló deficiencias en el sistema de seguridad y fallos en la manera en que se conservaba la pieza en el archivo.
En las primeras horas se apuntaron dos posibles móviles: una venganza interna, dirigida fundamentalmente contra el deán de la catedral y entonces responsable del archivo, José María Díaz; y un robo realizado por encargo de un coleccionista. Algunos especialistas valoraron el Códice en 10.000.000 euros y el famoso ladrón de obras de arte Erik el Belga explicó aseguró que un robo así se puede encargar por 150.000 euros, pero que no se podría realizar sin colaboración desde dentro.
La policía, con la incorporación de especialistas de la Brigada de Patrimonio Histórico, comenzó a estudiar cerca de 400 horas de cintas de vídeo de las 25 cámaras que la catedral tenía instaladas. Con un problema añadido. En la habitación en la que se guardaba el libro no había cámaras, las más cercanas estaban situadas en los pasillos de acceso. El operativo incluyó controles de carreteras a los que se sumaron efectivos de la Guardia Civil y de la Guardia Nacional Republicana en Portugal.
Pasado un mes de la desaparición la policía mantuvo abierta todas las líneas de investigación. El robo se convirtió en hurto o un secuestro aprovechando, según los investigadores, la concurrida circulación en el interior del templo y la falta de control sobre el acceso al interior y las mochilas.
En esos días el Arzobispado de Santiago pidió a los ladrones que devolviesen el Códice y el gobierno descartó ofrecer una recompensa por su retorno. Tres meses después, el deán dimitió como archivero catedralicio, reconociendo que la desaparición del Códice era determinante en esa decisión y que, según todas las versiones, las llaves de la caja en la que se conservaba el libro junto a otros documentos estaban puestas en la cerradura.
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