El detenido casi se delató cuando la policía le preguntaba si era el autor del robo
06 jul 2012 . Actualizado a las 04:15 h.«No me acuerdo», «no sé». Así es cómo responde al juez y a la policía Manuel Fernández Castiñeiras cuando le preguntan sobre cualquier aspecto del robo del Códice Calixtino. Lo ha contado hoy Serafín Castro, el jefe de la Unidad de Delincuencia Espercializada y Violenta (UDEV), natural de A Rua, que ha comandado las investigaciones que han culminado con el descubrimiento del libro del valioso libro. Por otro lado, en varias conversaciones que los agentes tuvieron con el exelectricista, cuando le preguntaban «Manolo, ¿has sido tú?», se limitaba a agachar la cabeza, sin decir si sí o si no. Pero aún más, en una ocasión, le dijeron «Manolo, a ver si van a quemar el Códice». A lo que contestó instintivamente «No, no está quemado». Prácticamente se había delatado.
Castro aseguró que las investigaciones se centraron en un principio en una treintena de sospechosos, que se fueron reduciendo poco a poco. Ya en enero se centraron en Manuel, que había trabajado como electricista y había sido despedido por la catedral.
El jefe de la UDEV también ha revelado que la vida de Fernández Castiñeira era muy monótona. Según Castro, se trata de un hombre muy raro, que apenas hablaba con la gente. Acudía todos los días a la catedral a las siete o siete y cuarto de la mañana y desde que la policía le vigilaba se colocaba siempre en el quicio de una puerta semiescondido. Iba a misa, después tomaba su café y se iba a casa.
Pero las sospechas de que Castiñeiras era el ladrón del Códice aumentaron cuando la policía supo que había intentado comprar un piso por valor de 300.000 euros, aunque la operación no llegó a realizarse. Sin embargo, sí que adquirió en efectivo dos inmuebles, uno en A Lanzada y otro frente a su propio domicilio.