Los agentes hallaron cerca de 1,2 millones de euros, en dos cajas y en una bolsa de deporte. «¿Qué quería hacer con el dinero?», se preguntó Serafín Castro. «Lo típico de los gallegos, meterlo debajo del ladrillo y estar a la espera», respondió el jefe de la UDEV, también gallego, natural de A Rúa. Serafín Castro también ironizó con su carácter. «Es un hombre de carácter cerrado, oscuro, gallego con unas costumbres algo rarillas».
La investigación se focalizó en enero en Fernández Castiñeiras cuando trató de comprar un piso de 300.000 euros, aunque la operación no llegó a realizarse. Además del Códice, varios facsímiles de la obra, otro del libro de horas y documentos de hace dos siglos, la policía encontró manuscritos del propio detenido, que serían sus diarios, según explicó ayer Castro en la rueda de prensa y en los que, de acuerdo con algunas fuentes, iba anotando lo que robaba.
El Códice se encontró en un trastero de su propiedad, envuelto en una caja de cartón con otros documentos y papeles. El deán de la catedral lo identificó nada más verlo, porque, según Castro, había reconocido las anotaciones que había hecho a lápiz en el libro. Ahora falta el preceptivo peritaje judicial antes de su devolución definitiva. Castro negó que la policía haya hecho cualquier tipo de negociación con Manuel Fernández Castiñeiras ni con nadie y dijo que no sabía nada de que se pudiera haber realizado «por detrás».
«No me acuerdo» y «no sé». Era todo lo que respondía Fernández Castiñeiras cuando la policía y el juez le preguntaban por cualquier aspecto del robo, hasta que finalmente acabó por confesar en la tarde de ayer.