Oscars 2013: De como Bradley Cooper dejó de ser solo una cara bonita

EFE

CULTURA

El actor ha pasado de ser un cebo para taquillazos como «Resacón en las Vegas» a estar nominado a los grandes premios del cine

17 ene 2013 . Actualizado a las 19:20 h.

Hace un par de años, Bradley Cooper era una cara bonita, cebo para taquillazos como Resacón en Las Vegas, pero el 24 de febrero y gracias a El lado bueno de las cosas irá a los Oscars como nominado, aunque no como favorito. «Llevaré a mi madre a los Oscars y disfrutaré de cada segundo de la ceremonia», asegura.

«Estoy en las nubes... no solo por competir con Daniel Day Lewis -el que confiesa que es su actor favorito-, sino también con Denzel Washington, Joaquin Phoenix, Hugh Jackman... y creo que se me olvida uno», bromea. «¡Ah, es verdad! Y yo. Es increíble», se responde todavía algo sorprendido por verse entre nombres tan respetados en la industria.

Bradley Cooper, protagonista de Sin límites o El equipo A, ha dado este giro a su carrera gracias a su papel de Pat, un joven que, tras agredir al amante de su mujer, sale del centro psiquiátrico dispuesto a reformarse. Al moverse en la cuerda floja entre lo hiriente y lo tiernísimo, y al comenzar una atípica relación con otra persona mentalmente inestable, Tiffany (Jennifer Lawrence), convierte este filme, que se estrena el 25 de enero en España, en una comedia al borde del llanto. «Solo tenía que preocuparme de ser real y auténtico, que todo viniera del corazón. La comedia o el drama serían la consecuencia de ello, no de caminar hacia un género en concreto. Solo intentábamos contar la historia, y todo lo que sea real tiene las dos cosas. Lo que pasa es que es algo difícil de poner en una película, porque siempre queremos etiquetar lo que vemos», asegura.

David O.Russell, director de The Fighter o Tres reyes, ha convertido esta comedia esquizoide, en la que también sale Robert DeNiro, en la sorpresa de estos Oscars, consiguiendo ocho nominaciones entre las que figuran las siete principales: todos los apartados de interpretación, película, director y guión, algo que no sucedía desde Rojos, en 1981.

Todo gracias a la patada que da a los manuales de autoayuda, pues El lado bueno de las cosas se reconcilia, precisamente, con el lado supuestamente malo de las personas y tira por tierra esa máxima de que para amar a alguien hay que amarse primero a uno mismo. «Esta película es un ejemplo de que no puedes hacer las cosas tú solo. Pat intenta controlar todo en el principio de la película, no importa lo delirante que sea. Y la película le demuestra que tiene que dejar a la gente entrar en tu vida, porque hasta que no entra Tiffany, no se da cuenta de que alguien le puede entender y que ve lo que es capaz de hacer y empieza a arreglar las relaciones con sus padres y consigo mismo», resume Cooper.

El lado bueno de las cosas sube a los raíles de la comedia romántica clásica -con concurso de baile incluido- reflexiones más profundas y emocionantes sobre las deficiencias sentimentales de toda una sociedad, se traduzcan en patologías diagnosticables o no. «Espero que esta película ayude a que la gente desestigmatice la enfermedad mental. Dejar de verles como al otro y pensar que nosotros estamos en un lado distinto. Todo es mucho más complicado. Yo mismo, al interpretar a Pat, he aprendido muchas cosas y me he dado cuenta de todas las ideas preconcebidas que tenía sobre estos temas», reconoce.

Para acercarse al personaje, David O.Russell se lo ha llevado a su propia ciudad y a una familia, como la suya, italoirlandesa. «Eso es muy importante en la película. Vengo de ese mundo, todavía vivo en Philadelphia. He usado mucho de mi infancia y de cómo crecí para conectar con Pat», confiesa. Así, De Niro, también de orígenes similares, encarna a su padre, y a su madre Jackie Weaver. Todos ellos, junto con Jennifer Lawrence -con la que compartirá pantalla de nuevo en Serena, de Susanne Bier- son finalistas a los Oscars. «Realmente era lo más duro que he hecho en mi vida y a veces dudaba que fuera capaz de conseguirlo, pero ellos son realmente los mejores y te hacían sentir que no estabas actuando», concluye Cooper.