La madre del artista lo encontró ayer por la mañana muerto en su cama
26 jul 2013 . Actualizado a las 07:00 h.«No me encuentro bien», le dijo a su madre la noche del miércoles, y se acostó. Cuando ayer por la mañana la mujer fue a su habitación lo encontró muerto en su cama. La causa del fallecimiento de Jaime Francisco Lorenzo Cabanas (A Coruña, 1953) podría ser un derrame cerebral, según indicaron fuentes próximas a la familia. Por este motivo estaba previsto que ayer se le hiciera la autopsia a Xaime Cabanas, un pintor que, haciendo buena la afirmación de Beuys de que la auténtica obra de arte de un artista es su biografía, ha plasmado su recorrido vital en una obra ingente en cuanto al número de piezas y potente en cuanto a su calidad.
«Lo encontré hace una semana paseando el perro y me dijo que se encontraba muy bien y que pensaba hacer una página web con su obra», apuntaba en la tarde de ayer un familiar todavía sorprendido por la muerte de un artista que sostenía que «crear es hablar solo, siempre tienes la última palabra». Esto decía en una conversación con Antonio Simón que aparecía en el catálogo de su última exposición, en la galería Ana Vilaseco, en A Coruña, en diciembre del 2003.
Aunque exponía con poca frecuencia, dos años antes, en mayo del año 2001, había mostrado buena parte de su obra en el Kiosco Alfonso de A Coruña. Entonces, el crítico de arte Joaquín Lens lo había definido así: «Protagonista en los últimos años 70 y principios de los 80 de todos los movimientos renovadores de la plástica gallega (Sisga, A Galga, A Carón, Atlántica) Xaime Cabanas optó a partir del año 1985 por aislarse y no participar en la feria de las vanidades del mercado artístico». Recordaba Lens que este pintor «decidió automarginarse y no volver a exponer individualmente aunque sí participó en muestras colectivas; y, por otro lado, su obra estuvo presente en numerosos locales públicos como seña de identidad de la noche coruñesa o de la estética bravú».
Dicha exposición puso fin a un largo silencio de quince años que, explicaba Lens, «muchos consideraron definitivo y que, decían, se debía a la búsqueda de los paraísos artificiales (hubo quien habló incluso de que Cabanas estaba pasando ?una larga temporada en el infierno?)». Esto contribuyó a crear la imagen de artista maldito que le acompañaba desde entonces y de la que el artista se reía, mientras seguía con su inseparable pitillo.
Poseedor de una iconografía perfectamente reconocible y de un talento excepcional para construir cada cuadro, en la exposición del Kiosco hacía «un repaso al universo misterioso y atractivo, a veces profundamente lírico (Parque) y otras de hondo dramatismo (La Vera Cruz, Fumarei) característicos de la pintura del cambio de milenio», sostenía dicho crítico.
Una persona allegada a la familia destacaba ayer la participación de Cabanas en colectivos como Sisga, «donde no solo había pintores, ya que estaban Manuel Rivas, Xavier Seoane, Francisco Taxes, Correa, Pepe Galán, Mon Vasco...».