El joven «con rayos x en los ojos», el esperpento que unió a Valle-Inclán y Houdini
CULTURA
La Felguera rescata la historia de Argamasilla, cuyos poderes mentales animaron en los años 20 el debate intelectual sobre ciencia y espiritismo
14 oct 2014 . Actualizado a las 10:08 h.Joaquín María Argamasilla de La Cerda y Elio (1905-1985) apenas tenía 18 años cuando su padre, el marqués de Santa Cara, empezó a mostrarlo en diversas reuniones en su palacio madrileño como un prodigio de la mente por sus asombrosos poderes visuales. Era capaz de ver a través de cuerpos opacos, tenía «rayos X en los ojos». El aristócrata carlista era un convencido estudioso de la clarividencia y el espiritismo. Tras una de esas demostraciones, un ingeniero amigo de la familia glosó las bondades del muchacho en un artículo publicado en 1923 en el periódico El Imparcial. Enseguida surgieron defensores y detractores, la polémica estaba servida. El caso hasta llegó a oídos de la reina María Cristina, que encargó al mismísimo Santiago Ramón y Cajal y otros expertos que conformasen una comisión (ocultistas, neurólogos, psiquiatras, físicos) para examinar su veracidad.
El peor de los ataques llegó de la mano del psiquiatra Gonzalo Rodríguez Lafora, que cuestionaba la credibilidad de Argamasilla. También hubo prestigiosas voces que se pusieron de parte del joven, como el fisiólogo francés Charles Richet, quien lo juzgó favorablemente en una serie de test en el parisino Institut Métapsychique International. «Es verdaderamente maravilloso. Estamos en días de descubrir nuevos rayos. Nos encontramos en presencia de uno de los mayores descubrimientos de nuestros días. Comprobadas estas asombrosas facultades, nos es preciso continuar los estudios».
El marqués de Santa Cara apeló a su buen amigo Ramón María del Valle-Inclán, a quien pidió ayuda. El genio arousano no solo dijo haber visto las demostraciones de Argamasilla sino que salió en su defensa y afirmó, con contundentes declaraciones, que todo era cierto, que no había farsa; es más, desacreditó a Lafora. Venía a decir bellamente que no todo lo que es real puede ser demostrado de forma científica.
Pero los ecos de Argamasilla ya había traspasado el Atlántico. Llevó su show de gira a Estados Unidos. Y allí lo esperaba el gran ilusionista Harry Houdini, azote sin piedad de los mundos sobrenaturales y otras supercherías, y dispuesto a desenmascararlo.
El sello La Felguera recupera ahora esta historia en un hermoso libro. El escritor Ramón Mayrata puso sobre la pista a Servando Rocha, el editor, quien ya había publicado otro volumen dedicado al enfrentamiento entre Houdini y Conan Doyle (defensor de los mundos ocultos) y se vio seducido de inmediato. Así, empezó a investigar para construir un relato que «refleja una etapa histórica muy interesante y visualmente muy bella». Rocha cree que la discusión intelectual y científica que se desató retrata una España, a las puertas del cientifismo, «un país quizá más inocente, una época muy rica en manifestaciones espiritistas, donde los médium eran aceptados. Nosotros hoy -casi lamenta Rocha- hemos perdido sensibilidad, romanticismo. Y Valle-Inclán parece un ejemplo excelente de aquella España: el esperpento es una representación de esto, de la vida bohemia, del desarreglo de los sentidos, de cómo perderse, de la poesía».
El choque entre las ideas del dramaturgo gallego y el escapista húngaro dibuja una escena que los muestra como verdaderos hombres de su tiempo, insiste el editor de La Felguera, a quien gusta especialmente, también en lo estético y lo literario, lo que rodea a los rayos X, descubiertos en 1896 y que aún en 1920 causaban fascinación y miedo.