Diez normas para sobrevivir a un seriéfilo

Antía Díaz

CULTURA

Si no llegaba con luchar contra el chocolate, mi última adicción avanza con la rapidez de los Caminantes Blancos. Vivir con un seriéfilo multiplica por diez las posibilidades de engancharte a una docena de series al mismo tiempo

15 nov 2014 . Actualizado a las 13:33 h.

¿En qué temporada viven ustedes? ¿Otoño invierno? Mi pollo pegadizo y yo no. Vivimos en la segunda temporada. De lo nuestro y de lo suyo. En la segunda, en la cuarta, en la quinta... en la que se tercie. Vivo enganchada. A mi pollo pegadizo y al capítulo de turno, qué le voy a hacer. Ahora que me he rendido a la evidencia de que nunca (nunca) conseguiré seguirle el ritmo, disfruto del capítulo que me toca y respondo con otra pregunta al mantra diario «¿Qué vemos hoy? ¿Qué te apetece?». Y así hasta el infinito. Porque mi pollo pegadizo no es gallego, no... pero una no puede serlo más.

Las reglas quedaron marcadas en el piloto de esta relación. Por ejemplo, existen dos estados de ánimo: modo Ari (Gold, claro) y modo True Detective. Y confieso sin rubor que por primera vez desde que tengo uso de razón, las tardes de domingo he dejado de ser Ana Karenina. Basta de blues.

Se me divide la semana en capítulos, estrenos y esa tierra de nadie que es el tiempo entre el final de una temporada de Juego de Tronos y el arranque de la siguiente. Que una es adicta a todo lo que va por partes. De la onza de chocolate al capítulo seis de Homeland. Era cuestión de tiempo que acabase con un pollo pegadizo del mismo palo. Dios los cría y Frank Underwood los junta. Y lo que la Boda Roja ha unido no lo separe el hombre.

Aunque hay días que me pregunto si vive en una realidad paralela que yo desconozco. Si trabaja 26 horas al día, ¿cuándo se entera de los últimos proyectos de la HBO? ¿Por qué sabe antes que nadie quién hará qué y con quién en la próxima temporada? Y lo que es más importante, ¿tiene una aventura con Alicia Florrick? Porque por ahí no paso, ¿eh?

1. Amarás a la HBO sobre todas las cosas

Los Soprano, True Detective, Boardwalk Empire, Sexo en Nueva York (sí, lo siento), Juego de Tronos, El Séquito... La HBO nos las ha regalado. Todas. Solo debes preocuparte si sabes más de la cadena americana que de tus suegros.

2. Y a la BBC como a ti mismo

«God save de Queen» y a la madre de todos los medios públicos. Si cada dos por tres tienes ganas de tomar el té y no entiendes por qué nuestras cadenas públicas no hacen Luther o Sherlock, ya no tienes que emigrar a Londres. Un consejo: recupera ¿viejas? joyas como Jane Eyre o The Sate Within.

3. No desearás a Alicia Florrick ni a Claire Underwood

Porque desear a la mujer del prójimo atenta contra todas las leyes y sobre todo, provoca unos celos de mala de culebrón a tu pareja, intenta que no se le note esa pasión desatada por dos de los mejores papeles femeninos de la tele. Empieza a ver The Good Wife y House of Cards solo por ellas.

4. No matarás a un Starck

Ya lo hace George R. Martin por ti. Procura no encariñarte con ningún personaje de Juego de Tronos, porque nadie está a salvo, y menos que nadie, tú. Y recuerda: el invierno es muy largo, aprovecha para ponerte al día con el resto de tus vicios mientras esperas a la próxima temporada.

5. Honrarás a Saul Berenson

Porque en la cuarta temporada de Homeland sufrirás por este Íñigo Montoya maduro y serio al que empezaste a querer como a un padre hace tres años. Si Carrie Mathison te decepciona, siempre te quedará él.

6. Santificarás las fiestas norteamericanas

El Día de los Veteranos no hay Juego de Tronos, así que esa semana excusas echar de menos a Jaime Lannister. Cuelga en tu nevera un calendario paralelo con las fiestas estadounidenses para organizar tu vida.

7. No mencionarás a los Soprano en vano

En el principio, era el caos. Luego Dios creó a Tony Soprano y se hizo la luz. Llamadme irreverente, pero esta edad de oro de la televisión y los seriéfilos no tendría sentido si Los Soprano no hubiesen convencido al personal y a la industria de que la tele no era la caja tonta, y de que la calidad (y los guiones) estaban aquí.

8. No harás spoilers

Eso que antes se decía «¡pero que no me cuentes nada!» ahora se dice así. Spoilers hay muchos, así que huye de falsos amigos que te destripan el final del último capítulo de tu serie favorita. No entres en Internet si eres débil, ¡están por todas partes!

9. Ensaya la cara de «sé algo que tú no sabes»

Aunque el brillo en la mirada de quien ha visto el capítulo de Downton Abbey que tú tienes pendiente es difícil de ocultar. Por el bien de tu relación, no veas ese capítulo con él. Querrás matarlo cada vez que ponga esa cara.

10. Apaga la televisión

Aguanta el mono y aprieta el botón rojo, que no da alergia. Sal a la calle, habla con tu pareja del auge de Podemos o de los vuelos de Monago, toma una caña en un bar. Recuerda que las mejores series saben cuándo tienen que cerrar el chiringuito. No tientes a la suerte, que toda serie tiene un final, pero al pollo pegadizo lo querrás siempre.