15 abr 2012 . Actualizado a las 10:26 h.
El rey de cacería en Botsuana y sus asesores, si es que se deja asesorar, en las Quimbambas. Irse de cacería con la que está cayendo en España fue una metedura de pata tan gorda como la de un elefante africano. O más, porque solo a causa del accidente se aireó viaje tan inoportuno. Ojos que no ven, corazón que no siente... Convendría recordar que nada es inamovible, ni siquiera la institución tradicionalmente más valorada por los españoles. En especial, si quienes representan o rondan a la Corona tienen comportamientos, actitudes y gestos diametralmente opuestos a lo que se espera de ellos. Pues así están las cosas: El rey, cazado; la monarquía, herida.