¿Qué le dice Carlos Dívar al número tres del PP gallego? Que dimita. Todos conocemos el caso de los 32 viajes que Carlos Dívar realizó a Marbella y a otros sitios, gastando 28.000 euros que cargó a las cuentas del CGPJ, y que llevaron al máximo responsable del poder judicial a presentar su dimisión. Todos los partidos valoraron positivamente esa dimisión, dijeron que era imprescindible para no dañar más el prestigio de las instituciones, y algunos añadieron que Dívar había tardado demasiado en hacerlo. Pues ha llegado el momento de que el diputado gallego del PP Antonio Rodríguez Miranda haga lo mismo.
La Cámara gallega gasta medio millón de euros al año en dietas por los transportes que realizan los diputados para asistir a su trabajo. Los que van en coche propio cobran 0,26 euros por kilómetro. En febrero del 2010, parlamentarios de la oposición denunciaron que el portavoz del PP había cobrado esas dietas durante cinco años cuando en realidad viajaba aprovechando el coche oficial con chófer de otros miembros de su partido. La cantidad total defraudada ascendía a 26.000 euros. Miranda reconoció que había cobrado ese dinero; pero alegó que los viajes de Ourense a Santiago en coche oficial habían sido solo el 15 %, y que el resto, el 85 % de las veces, había ido conduciendo su propio coche. Desde la oposición afirmaron que todo el mundo sabía que eso era falso. Miranda afirmó que, por si había dudas, devolvería los 26.000 euros, recibiendo entonces los aplausos de sus compañeros de grupo, que hicieron declaraciones como que «Miranda deja muy alto el listón de la honestidad política». Pero poco después el diputado y portavoz popular cambió de discurso y dijo que sólo devolvería el 15 % de lo cobrado irregularmente. No hay constancia documental de que haya devuelto nada.
El PP reaccionó aplicando estrictamente lo del «y tu más», y denunció a la socialista Laura Seara por haber hecho lo mismo, cobrado fraudulentamente un total de 58.000 euros durante los ocho años que había estado en el Parlamento gallego, con el agravante de que no tenía coche ni carné de conducir (y para cobrar esas dietas de transporte había que ir en el vehículo propio). Seara se defendió diciendo que había ido siempre en taxi, y aseguró que iba a poner una querella contra el PP por falsedad. Pero que se sepa no la puso nunca.
Como nadie de los tres principales partidos gallegos quiso aclarar lo ocurrido en el Parlamento, un grupo de abogados de Santiago presentaron una querella. Pero el TSXG archivó la querella meses después, aunque reconoció por escrito irregularidades y conductas éticamente reprobables.
No podemos seguir tolerando los abusos y los privilegios de los políticos: todos nos pagamos el viaje para ir al trabajo, y todos justificamos los gastos ante nuestras empresas y ante Hacienda. Hemos llegado al colmo del engaño y del desencanto. Tolerancia cero con la corrupción.