El Gobierno pide responsabilidad (es decir, renuncia a la crítica) en el tema de las pensiones, y este cronista no le va a fallar. Creo que el sistema está seriamente amenazado de quiebra, y algo había que hacer. Creo que cuando se empieza a echar mano de los ahorros de la hucha, hay que actuar antes de que la hucha se quede vacía. Creo que el problema solo se resuelve con más cotizantes, pero para que haya más cotizantes es preciso más empleo y, ante su ausencia, hay que apelar a la cirugía. Y creo, finalmente, que la solución Báñez no es la peor. Por lo menos, los pensionistas actuales y los próximos tienen asegurada su pensión, aunque estén condenados a perder capacidad adquisitiva.
Desde ese punto de vista, se puede afirmar que Fátima Báñez y su equipo hicieron un buen trabajo, lleno de imaginación y equilibrio salomónico: conseguirá un importante ahorro en relación con las fórmulas anteriores basadas en el IPC, pero nadie le podrá reprochar que ha bajado o congelado las pensiones. Tal como se aventuró en algún análisis inicial, el PP puede llegar a las próximas elecciones sacando pecho y diciendo que ningún pensionista cobra menos que antes de su llegada al poder. Ya está hecha media campaña. A punto de entrar en la segunda parte de la legislatura, la clave electoral es básica para entender la mayoría de los decisiones del Gobierno.
Expresado este reconocimiento, la señora Báñez y su equipo de imagineros pudieron haber sido, primero, un poco más explícitos y concretar qué entienden por crisis económica y qué entienden por bonanza para aplicar la limosna del 0,25 %. Hoy mismo, dado que el Gobierno anda tan feliz con el empleo y los indicios de recuperación, podríamos decir que ha llegado la bonanza. Pero, escuchada la oposición, podríamos decir todo lo contrario. Si eso no se aclara antes de la aplicación de la reforma, no hay seguridad de futuro y un Consejo de Ministros oportunista puede subir o bajar las pensiones según convenga para las elecciones o para presumir de buen gestor. O se concreta qué entendemos por crisis y bonanza, o vamos a un conflicto anual de interpretación.
Y pudieron ser, segundo, un poco más generosos. Con ese suelo del 0,25 se salvará el sistema, no lo discuto; pero se condena al pensionista a perder capacidad adquisitiva a raudales: cada punto que suban los precios por encima del 0,25 será un punto que perderá el pensionista. Y añadan ustedes la cantidad efectiva: para un jubilado de 1.000 euros, será una subida de 2,5 euros; para la mayoría de los autónomos retirados supondrá un triste euro mensual. No es por hacer populismo, pero eso no es una subida. Es una congelación que no se atreven a confesar.