Conociendo la zona, 2.377,32 hectáreas quemadas me parecen muchas. El macizo de O Pindo, un hermoso futuro parque natural, es en su mayor parte una formación rocosa escasamente afectada por el fuego. Reconozco que el esfuerzo de la Administración ha sido en este caso notable, a pesar de los escasos resultados obtenidos. La iniciativa popular para conseguir la declaración de O Pindo como parque natural con una voluntarista investigación de sus yacimientos arqueológicos o históricos y un listado, a veces próximo a la fantasía, de sus recursos faunísticos y botánicos, y la publicidad realizada por una exposición que presentaba el papel de la piedra en Galicia y cuyo símbolo gráfico era precisamente una imagen de O Pindo (curiosamente en blanco y negro, como ahora se lo ve), despertaron un creciente interés por el mágico monte. Un verano excepcionalmente seco, con altas temperaturas y vientos favorables y unos irreflexivos delincuentes han conseguido darle un golpe, pero no mortal: 300 millones de años no se destruyen así como así. Aunque los riesgos para las poblaciones de Quilmas, Caldebarcos, O Pindo, Ézaro, Fieiro, etcétera, añadieron dramatismo a la agresión.
Pienso que tienen razón los habitantes de O Pindo cuando dicen que la vegetación se recuperará. Los verdaderos daños para O Pindo son otras actuaciones que vienen de tiempo atrás: la explotación salvaje del Xallas esquilmando el caudal de un río vivo convertido primero en cauce seco, después en una cascada dominical y finalmente en un chorro prostático; la cantera abierta para construir el embalse de Santa Uxía, las escombreras de la tubería forzada que va a la central de O Pindo o la cantera de Caldebarcos, que tienen un efecto sobre el futuro parque desgraciadamente irreversible. Por lo demás, la vegetación destruida por el fuego, esencialmente pinos y eucaliptos, era vegetación invasora, por lo que la recuperación de la zona debería evitar su reintroducción.