El Día de las Personas Sin Hogar ha pasado con más pena que gloria. Cáritas publicó con tal ocasión un informe demoledor sobre la salud de este colectivo. Muchas de las reformas que se han adoptado a causa de la crisis económica han repercutido muy negativamente en la salud de estas personas. Los obstáculos que sufren no son hechos aislados ni situaciones poco relevantes, sino que muestran un sistema sanitario público que les restringe el acceso de manera regular. En lugar de favorecer la articulación de una sociedad de acogida, integrada y diversa, estas medidas alimentan un discurso reduccionista y lleno de riesgos también para la salud de la población en general. No es un partido político ni un sindicato quien lo dice, sobre los que podría caber la sombra de la crítica interesada, sino una oenegé de larga trayectoria y amplio prestigio. La justicia y la equidad, pilares de nuestra convivencia democrática, están en grave riesgo. Deberíamos reflexionar sobre ello. Por otra parte, es urgente que las entidades sociales y las Administraciones públicas lleven a cabo una acción en red que contemple una intervención integral y de larga duración con este colectivo: en este sentido, hay que reconocerle un gran mérito al actual alcalde de A Coruña, y lo contrario a su homólogo de Vigo.