Las escandalosas Navidades de los diputados

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

03 dic 2013 . Actualizado a las 10:42 h.

Afrontamos la etapa final de un 2013 que, más que un año, ha sido un viacrucis en el que los españoles nos hemos dejado ahorros, derechos sociales y parte de nuestros salarios, además de aflojar como nunca en la ventanilla de Hacienda. Después de semejante calvario, andamos todos estudiando el almanaque para comprobar si podremos juntar en este mes de diciembre dos o tres días libres que nos permitan celebrar la Navidad con la familia y coger fuerzas para un 2014 en el que nada ni nadie nos garantiza un sufrimiento menor.

Digo que andamos todos igual, pero rectifico. Existe un grupo de españoles que no se preocupan del calendario, ya que, al haber realizado un esfuerzo muy superior al de los demás, merecen un trato privilegiado y singular. Me refiero a los diputados del Congreso. Sus señorías saben que, como todos los años, dispondrán de tiempo más que sobrado para pasar las fiestas con los suyos. Y que, de paso, disfrutarán de un merecido descanso después de su hercúlea labor. Ese esfuerzo ímprobo justifica que, en lugar de librar solo el 25 de diciembre y el 1 de enero, como el resto de los mortales, nuestros diputados tengan unas interminables vacaciones navideñas que comienzan algo antes, el 20 de diciembre, y concluirán un poquito después, allá por el 11 de febrero. Serán en total 53 días sin que se celebre un solo pleno ordinario en el Congreso. Casi dos meses. Aunque, ya puestos, los diputados, como todos los años, tampoco tendrán pleno esta semana que va del 2 al 8 de diciembre. La excusa es en este caso el aniversario de la Constitución. Solo aquellos que decidan hacerlo a título personal se pasarán por el Congreso el viernes para, si acaso, tomar una copita y brindar por la Carta Magna.

Para entender el asunto en su verdadera dimensión, hay que saber que durante los únicos meses del año en los que se celebran plenos ordinarios -de febrero a junio y de septiembre a diciembre- los diputados solo están obligados a ir al Congreso de martes a jueves, librando así los lunes y viernes, además de los fines de semana. Que disfrutan de puentes que son en realidad acueductos, como el que tuvieron del pasado 24 de abril al 7 de mayo. Doce días en total, con la excusa de que el 1 de mayo, miércoles, era festivo. O el que comprendió desde el 9 al 21 de mayo. En este caso, 11 días justificados en que el 15 de mayo, de nuevo miércoles, era San Isidro, festivo solo en Madrid. Y que, al margen de estos 53 merecidos días navideños, en lugar de un mes de vacaciones en verano, como el resto de los españoles, tienen oficialmente dos, julio y agosto, sin plenos.

Cuando uno cuenta estas cosas, la respuesta es siempre que, aunque no haya plenos, sus señorías trabajan mucho en sus despachos o en sus circunscripciones de origen. No lo dudo. Pero a todos nos gustaría que nuestra carga de trabajo dependiera de nuestra exclusiva voluntad, en lugar de ser impuesta por nuestros jefes. ¿O no?