Los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001, en Nueva York; del 11 de marzo del 2004, en Madrid, y del 7 de julio del 2005, en Londres, tienen un elemento común: fueron cometidos por yihadistas. Pero hay una triste diferencia: en Madrid, ni en el monumento en la estación de Atocha, ni en El Bosque del Recuerdo del parque del Retiro figura texto alguno que explique a los ignorantes y a las generaciones venideras qué significa eso que ven y por qué está ahí.
En Hyde Park, el lugar que recuerda a los 52 muertos en Londres reza: «En memoria de los fallecidos en los atentados de Londres». A las 8.50 horas, terroristas suicidas detonaron tres bombas en las estaciones de metro de Aldgate, Edgware Road y King?s Cross, y una cuarta en un autobús, a la altura de Tavistock Square. En Nueva York, el National September 11 Memorial señala que «es un homenaje al recuerdo y honor de las casi 3.000 personas que murieron en los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001 en el sitio del World Trade Center, cerca de Shanksville, Pensilvania, y en el Pentágono, así como los seis personas que murieron en el atentado contra el World Trade Center en febrero de 1993».
En Madrid, no figura nada en El Bosque del Recuerdo y el único texto que hay en las puertas de acceso al recinto de la estación de Atocha, dice: «Horario: de martes a domingo (lunes cerrado), de 11 a 14 y de 17 a 19». Así de frío, así de vergonzante. Quien no sepa que este lugar recuerda a las víctimas del atentado terrorista creerá que es un local comercial. Frente a los memoriales de Londres y Nueva York, en los de Madrid hay como un sentimiento de vergüenza, de mala conciencia. Ni decimos lo que evocan ni están cuidados con esmero, a pesar de que los terroristas provocaron 191 muertos y un deterioro político de nuestra democracia que aún arrastramos.
A algunos, quizás a los españoles que tienen conciencia de nación, les ha llamado la atención que en el funeral del pasado 11 de marzo en Madrid, presidido por los reyes, nadie se acordase de invitar a los expresidentes Aznar y Zapatero. Un olvido imperdonable, ciertamente, que acrecienta mi irritación por la ausencia del qué y del quién en los lugares de perpetuación de las víctimas.
Al décimo aniversario del 11-S acudieron todos los expresidentes vivos de Estados Unidos, y en el décimo de los de Londres veremos la habitual demostración de unidad de los británicos. Será para más escarnio y sonrojo de los españoles, a los que nos queda un largo aprendizaje para conseguir ponernos a la altura de los países serios.