¡Pra min non hai maio, pra min sempre é inverno!

OPINIÓN

21 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

No sé cuánto habrá gastado el INE para llegar a la conclusión de que los gallegos somos el pueblo más desgraciado de España. Pero todo ese dinero se pudo ahorrar si, en vez de hacer una encuesta, hubiesen leído a Curros Enríquez: «Eu sonvos o probe/ do pobo galego:/ pra min non hai maio, / ¡pra min sempre é inverno!». El diagnóstico estaba tirado. Lo difícil es la explicación. Y por eso voy a meterme en un campo en el que, por radicar en Madrid, al servicio del centralismo, nada puede hacer el INE.

La satisfacción global de los gallegos -6,1 sobre 10-, es la más baja de España. Pero ese dato coincide con que Galicia es la comunidad más solvente y equilibrada, envidia de Europa entera. Y por eso hemos de concluir que en realidad somos felices, pero que todos nos tienen tirria por ser campesinos y emigrantes, y nos ponen a la cola para hacernos rabiar.

En cuanto a la percepción de la situación política (1,5) también somos los peores. Pero esta encuesta coincide con un momento de gloria en el que el desastre general del sistema, que afecta a toda España, se ve compensado entre nosotros con la inminente creación de una república galega soberana, que va a dejar de financiar a los españoles y a la UE, y que culmina con éxito la demanda vertebral de nuestra historia. Y por eso concluyo que los gallegos no dijimos lo que el INE nos atribuye, y que ese falso nivel de satisfacción se debe a que no quieren vernos independientes, y a que piensan que, por ser unos paletos, no nos vamos a dar cuenta de tan sucia maniobra.

Nuestra justicia también queda a la altura del betún (2,5). Y esto, que me perdone el INE, es un insulto. Porque teniendo a De Lara, que es la imputadora más rápida del Oeste; y al juez Aláez, que es capaz de liar hasta el infinito el sencillo descarrilamiento del Alvia; y al juez de Santiago, que -imitando al Sastrecillo Valiente- «mató a siete de un golpe»; y a los redactores de la sentencia del Prestige, que dejó impune la indecisión organizada, ¡me parece imposible que no estemos satisfechos! Por eso supongo que el INE ha bailado las cifras, y que, en vez de escribir 5,2, que es lo obvio, escribió 2,5, que es una trapallada.

Tampoco nos gusta la situación económica, que -con un 5,6- es la peor de España. Ni la policía (5,1), que nos da más miedo que el lobo. Ni los empleos que nos ofrecen, porque abusan de nosotros (6,4). En lo único que somos lógicos, y demostramos un fino sentido de la vida, es en que no nos aguantamos los unos a los otros (7,2), y que preferimos estar solos que mal acompañados. Pero para saber eso tampoco hacía falta el INE. Bastaba con seguir leyendo a Curros: «Cantádeme un maio/ sin bruxas nin demos; / un maio sin segas,/ usuras, nin preitos,/ sin quintas, nin portas,/ nin foros, nin cregos». O sea: ¡Que viva ninguén, untado de nada!