En los análisis sobre la evolución del empleo el Gobierno pone el foco exclusivamente en la variación cuantitativa de los últimos meses, obviando por completo las profundas transformaciones que se están produciendo en el mercado de trabajo, en su mayor parte muy negativas, y que explican en gran medida esas variaciones.
En junio del 2014 el número de personas afiliadas al régimen general de la Seguridad Social, en el que se integran los asalariados, era de 12.252.381, en media mensual. Un año antes esa cifra era de 12.063.836 personas y por lo tanto el número de trabajadores por cuenta ajena se incrementó en 210.000, algo que sin duda es positivo. Pero hasta aquí llegan las buenas noticias, porque la valoración empeora en cuanto se analizan los cambios cualitativos, tanto en términos sectoriales como, sobre todo, en la calidad del empleo.
Esta última perspectiva es la fundamental porque en el 2014 se ha producido un hecho que ha pasado prácticamente desapercibido, pero que tiene una dimensión histórica: por primera vez las personas con contrato indefinido y a tiempo completo han dejado de ser la mayoría de la población asalariada.
Durante décadas el colectivo mayoritario de la clase trabajadora estaba conformado por el empleo de más calidad, el empleo estable a jornada completa, que se consideraba como la situación normal mientras que las fórmulas precarias eran excepciones a esa regla general, que además tenían que estar justificadas por una causa.
Pero esta normalidad lleva años siendo corroída y ahora la crisis ha acelerado el proceso de transformación de esa realidad hasta hacer que en el 2014 el empleo temporal o a tiempo parcial desplace, por primera vez en nuestra historia reciente, al estable a tiempo completo. Y eso es así porque todo el aumento de la población ocupada en los últimos doce meses se corresponde con empleos de peor calidad: aumentan en 16.000 los fijos discontinuos, en 116.000 los temporales y en 105.000 los de tiempo parcial. Por el contrario, el indefinido a tiempo completo es el único que se reduce porque hay 103.000 ocupados menos que hace un año.
Por lo tanto, es una evolución divergente, en la que se manifiesta el deterioro en la calidad del empleo y que se refleja en esa pérdida de centralidad del empleo estable: si en junio del 2013 el 51,5 % de los asalariados pertenecía a esa categoría de indefinidos a tiempo completo, en junio del 2014 ya solo es el 49,5 %. Menos de la mitad y bajando un mes tras otro.
Además, esta cifra pone en evidencia que no es completamente cierta la afirmación de que ya se está creando empleo en España: solo crece el empleo temporal y a jornada parcial, y sigue cayendo el empleo indefinido y a tiempo completo. Por lo tanto, más que un proceso de creación de empleo, estamos ante una forma espuria de reparto de los puestos de trabajo, tanto en número de horas de jornada como de rotación de las personas por los mismos.