No es por presumir ahora, pero siempre sostuve que el rigor y la generosidad son las dos señas de identidad de nuestra Hacienda. Rigor porque trata por igual a los potentados y a los indigentes. Y solidaridad porque acude a la ayuda de los más necesitados en los malos momentos. Ayer supimos del altruismo de nuestro ministerio de los dineros; ese que tiene al frente a un risueño ciudadano que nos abronca todas las semanas por poco patriotas. Ante los ataques de los últimos tiempos y el acoso de los malvados periodistas, Hacienda ha decidido premiar con 2.137 euros a la mamma Ferrusola, señora de Pujol; y con 7.500 euros a dos de sus hijos. No es que Hacienda haya sido extraordinariamente rumbosa, porque estas cantidades a los Pujol no les sirven ni para un amaño, pero demuestra el comportamiento solidario con quienes pasan un mal momento, como ya lo demostró con la amnistía fiscal.
El ministro acostumbra a amenazar a empresarios de comunicación, artistas, periodistas, empresarios en general y a los pobres de solemnidad con torturarlos si no cumplen. Pero, por lo visto, los Pujol no están entre los desleales y rebeldes. Lo estamo Luis Tosar, que no hace más que protestar, y usted y yo, que no tenemos cuentas en Suiza y Andorra, y a los que se nos mira la declaración con lupa, dándonos la lata por equivocarnos en 40 euros en el IVA. Pero el ministerio de los dineros, tan justo y equilibrado, ve con otros ojos las declaraciones de Ferrusola y no repara en devolverle. Eso es justicia, rectitud y honradez. ¿Quién dijo que Hacienda somos todos? Habría que darle el Nobel a la desvergüenza.