Hablar español no es ser español. Esta obviedad no lo es tanto a poco que se viaje y constate el error de muchos, como subrayó en perfecto castellano el consejero para Asuntos Económicos de la Embajada de Estados Unidos en España, Anton Smith, en un encuentro en Madrid con el título El idioma español en una economía globalizada: retos y oportunidades.
El español ha adquirido peso económico notable, en tanto que segunda lengua de comunicación internacional. Si el inglés se ha convertido en hegemónico, merced al Imperio Británico, primero, y al dominio de Estados Unidos, después; el español se ha impuesto al francés y al alemán gracias a América.
Hablar español es pertenecer a una comunidad de naciones que estos días celebró su XXIV Cumbre Iberoamericana en Veracruz (México), en la que más de 550 millones de personas hablan o estudian un idioma cada vez más útil en las relaciones comerciales entre países, en el mundo empresarial, en educación, cultura e innovación, y que ya aporta a España el 4 % del PIB y genera cientos de miles de puestos de trabajo, sobre todo entre los jóvenes.
Según cálculos del Instituto Cervantes y de la Marca España, en el 2030 el 7,5 % de la población mundial hablará español, y en el 2050 más de 100 millones de hispanos se expresarán en esa lengua en Estados Unidos. A Clinton le pudieron elegir 11 millones de norteamericanos de origen hispano e idioma español. A Obama, en su segundo mandato, le han podido votar 21 millones, de los 52 que ya viven allí. Una progresión fantástica en la primera potencia económica y militar del mundo, que tiene su talón de Aquiles en saber cuántos de la segunda y sucesivas generaciones de hispanos en EE.UU. mantendrán su lengua materna como lengua de uso. Algunos han dicho que EE.UU. es el cementerio de los idiomas, por cuanto las sucesivas oleadas de inmigrantes europeos y asiáticos de los siglos XIX y XX han perdido su lengua materna. La proximidad de México, la continuidad del flujo migratorio desde Río Grande a Tierra de Fuego y la fuerza de los medios de comunicación que se editan en español en EE.UU. lleva a pronosticar a varios expertos que eso no ocurrirá con el español.
Pero, para estar a la vanguardia de la cultura y el conocimiento, no es suficiente con tener una lengua universal. Hay que crear las condiciones óptimas, y en esto es importante el papel de los poderes públicos para, entre otros aspectos, hacer una defensa más férrea de la propiedad intelectual y concienciar a la población del peso específico del sector en términos de empleo y PIB. El Reino Unido lleva años defendiendo y promoviendo con éxito su industria cultural y haciendo del inglés un gran valor económico y estratégico. ¿Cuándo lo hará la comunidad que habla español?