Muy bien tiene que andar España para que el PSOE haya enfocado su reforma sobre el artículo 16.3 de la Constitución: «Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las demás confesiones». No creo que se pueda escribir un párrafo mejor que este, y, aunque no me opongo a ello, no considero muy lógico que la mención a la Iglesia católica sea suprimida para que no se ofendan los budistas de la India, los ortodoxos de Putin o los sintoístas japoneses.
La intención del PSOE era ir contra los recortes y los rescates, pero a última hora se enamoraron de Moscovici y, tras criticar a Rajoy por keynesiano y manirroto, predican ahora nuevos recortes para cuadrar el déficit. También iban a acabar con los prostíbulos y sus clientes, aunque no con las prostitutas, pero parece que esta agua tampoco va a llegar al río. Su plan estrella -abolir la reforma laboral y volver al paternalismo franquista- tampoco tuvo la aprobación de la CEOE y la UE. Y su receta contra el inmovilismo, que pretendía dominar a Cataluña con un conjuro federalista, tampoco va a funcionar, porque Mas, cautivo de la CUP, prefiere montar un pollo. Y por eso todas sus frustraciones se dirigen contra la Iglesia católica.
La reforma del artículo 16.3 ya está lista. En vez de Iglesia católica van a escribir rayos catódicos y mantener el resto del párrafo, porque, aunque no tiene mucho sentido, es ciencia de bata blanca y nadie lo va a discutir. Pero los acuerdos con la Santa Sede tampoco se atreven a moverlos. Y por eso temo que la furia laicista se dirija contra el calendario festivo, la toponimia y las tres celebraciones que sostienen el consumo interior, Navidad, Semana Santa y la Virgen de Agosto. Y para eso tienen ya un gran proyecto.
Santiago se va a llamar El Zebedeo de Compostela. San Sebastián, El centurión asaeteado. Y San Cugat del Vallés, El molt honorable Cugat. Santa Cruz de Tenerife se llamará La suma (+) de Tenerife. Y Sanlúcar de Barrameda, que, aunque no sabemos lo que significa, tiene por patrón a San Lucas, se va a llamar Er zeñorito Lúcar. La Navidad será el Solsticio. Y la Semana Santa, La luna llena de los capirotes fanáticos. Y las Cortes pasarán a estar en la Carrera del Traductor Anoréxico. De los 65.000 pueblos que tiene España, 35.000 sufren nombres de santos. Y la práctica totalidad de las fiestas, a pesar de sus denominaciones profanas -O Boi, Las Carretillas, La Folía, etcétera- son fiestas religiosas de hondísima tradición. Por eso el PSOE tiene toneladas de decretos destinados a poner en la calle esta transición laicista que tanto interesa a los españoles. Porque al país posmoderno, laico y hortera que van a inventar no debe conocerlo ni la madre que la parió.