El PP es el único de los grandes partidos que mejora su cosecha de votos: recogió el domingo 669.220 sufragios más que en el 20D. ¿A quiénes se los ha birlado? Supongamos que entró a saco en el granero de Ciudadanos y se llevó los 390.759 votos que perdió el partido de Albert Rivera. Y que arrampló también con los 120.606 votos que cedió el PSOE. Y que arañó asimismo, hasta completar el suculento botín, una pequeña porción de los 1.008.406 votos que perdieron Unidos Podemos y sus fuerzas coaligadas. Pues bien, las cuentas no salen. El saldo entre las ganancias del PP y las pérdidas de sus tres principales adversarios es negativo. En conjunto, los cuatro grandes extraviaron por el camino 850.551 votos. ¿Dónde están?
¿Adónde fue a parar el millón largo de votos que perdió Unidos Podemos? Aunque una mínima parte acabase en las alforjas del PP o retornase al PSOE, parece evidente que la hemorragia del partido morado solo puede explicarse por un incremento de la abstención. Si bien resulta imposible cuantificar con exactitud los trasvases de votos, los datos sugieren que la abstención explica al cien por ciento el batacazo de las fuerzas comandadas por Pablo Iglesias y Alberto Garzón. Aproximadamente un millón de españoles que el 20D votaron a Podemos o a Izquierda Unida, optaron seis meses después por quedarse en casa o irse a la playa.
Sorprende que ningún analista haya advertido que hubo un «partido» que superó la subida del PP: el partido de la abstención. El 20D no acudieron a votar 9,3 millones de españoles que figuraban en el censo electoral y el 26J fueron 10,4 millones los que no ejercieron su derecho. En seis meses aumentó en más de un millón el número de abstencionistas, prueba de la creciente apatía que la política suscita entre los ciudadanos.
Que nadie haya reparado en ese dato se debe, fundamentalmente, a la confusa información facilitada por el Gobierno. A las seis de la tarde se constató que la participación era, a esa hora, la más baja de toda la democracia. Pero después, rematado el escrutinio provisional, se dijo que la participación había superado ligeramente a la registrada el 20D. La propia web oficial contribuye a la confusión, al comparar el índice definitivo del 2015 -69,67 %- con el provisional -69,84 %- del 2016, en el que faltan por computar los votos de la emigración. Y muchos nos fuimos a la cama devanándonos los sesos: si el PP ganaba menos de 700.000 votos y todos los demás cedían una millonada, ¿quién había recogido las papeletas extraviadas? ¿Se habían esfumado?
Efectivamente, los datos de participación son engañosos. A falta de contabilizar los votos de los residentes en el extranjero -88.085 en el 20D-, el domingo votaron en España 1.189.364 personas menos que seis meses antes. Y existen indicios claros de que la mayoría de esos abstencionistas eran votantes de Podemos y de Izquierda Unida. El porqué decidieron quedarse en casa, en vez de votar a otras siglas o retornar al PSOE, bien merece otro análisis.