Gallegos en el Báltico y más allá

María Rosa Lojo TRIBUNA

OPINIÓN

01 ago 2016 . Actualizado a las 10:03 h.

La aventura empezó en Sehlendorf, en una residencia bucólica de la Universidad Christian Albrechts (CAU), de Kiel, donde nos encerramos, en octubre del 2014, para sentar las bases de lo que luego sería el proyecto Erasmus Dinámicas urbanas. Una red de ideas y experiencias que uniría universidades y ciudades: Kiel, París, Santiago de Compostela, Recife (Brasil), y Buenos Aires. Pensar la ciudad, en su historia, pero sobre todo en su contemporaneidad, de un modo trasatlántico. Pensarla desde la geografía urbana, la sociología y la literatura. En sus monumentos y en sus devastaciones, sus espacios sagrados y profanos, sus habitantes y sus migrantes, sus lenguas y sus culturas, sus narrativas, sus identidades móviles. La ciudad europea y latinoamericana, latina y germánica, modificada continuamente, tensionada entre la tradición y la innovación.

El proyecto gestado en Sehlendorf, junto al Báltico, y lanzado al complejo mar de los concursos académicos, llegó a buen destino. Ganamos la convocatoria al Proyecto Erasmus Plus 2015 y ahora estamos abocados a una navegación que durará dos años (2016 y 2017) y que nos va llevando a diferentes puertos. El último fue otra vez Kiel, en junio pasado. Si alguna vez Sarmiento hizo objeto de su crítica mordaz a los «gallegos de aquende y de allende» (aunque él mismo formaba parte de esa tribu) porque, según su óptica, atrasaban el mundo, los de aquende y los de allende estábamos civilizadamente reunidos en un encuentro de trabajo internacional que quizás le hubiera gustado.

La cantidad de gallegos y gallego-descendientes que participaron excedía por cierto los límites de Santiago, que llevó sus profesores (Rubén Lois, María José Piñeira, Fernando Cabo), más ocho estudiantes. Gallego es el mismo líder del proyecto: Javier Gómez-Montero, catedrático de la CAU de Kiel, asistido, en la misma universidad, por Paola Blatter-Chan y Facundo Reyna Muniain, gallego-descendientes como Marcela Crespo-Buiturón y quien firma, que llegábamos de la Argentina, representando al Conicet (equivalente al CSIC español) y a la Universidad del Salvador (Buenos Aires).

Una de las cuestiones recurrentes en el workshop de Kiel (como lo había sido en una reunión anterior, en París) fue la incidencia de las nuevas migraciones en el mapa actual de las ciudades europeas. Pero nada hay nuevo bajo el sol, y menos aún lo es (para los nacidos en Latinoamérica) el fenómeno migratorio. Emigrados, refugiados de las grandes guerras, perseguidos, exiliados, hombres, mujeres y niños: todos llegaron a estas orillas con sus lenguas, sus credos religiosos, sus historias tantas veces traumáticas, gestaron nuestras megalópolis y nuestra compleja identidad. Si algún pueblo sabe de eso, es el gallego, nómada del planeta. Ninguno mejor, tal vez, para devolverle a Europa un saber aprendido fuera de ella: la riqueza y el poderoso valor constructivo de lo diverso.