Asistimos a un fenómeno curioso del que nadie quiere hablar: aunque se mantiene la brecha entre los sueldos de las mujeres y los de los hombres para el mismo trabajo, aumenta cada día el número de parejas en las que ella gana más que él. Detrás de esta realidad se esconde otra mucho más oscura. No solo crece el número de varones desempleados en edad laboral, sino que, muchos de ellos ya ni siquiera buscan empleo. Un libro reciente (Men without work. American invisible crisis) da la cifra para Estados Unidos: siete millones de hombres entre 25 y 52 años que no hacen nada de nada, ni siquiera buscan trabajo ya. Ni leen periódicos ni votan ni se ofrecen para acciones de voluntariado.
Unos atribuyen este gigantesco drama social a la merma de la industria manufacturera, muy deslocalizada, y que proveía de trabajo sobre todo a los varones (con algunas excepciones: conserveras, textil, etcétera). Otros dicen que las mujeres se adaptan mejor a la nueva economía que los hombres. Muchos piensan que el problema radica en un fallo general del sistema educativo, más orientado hacia las cualidades femeninas que hacia las masculinas. De hecho, los últimos datos para Gran Bretaña estiman que las probabilidades de que una chica llegue a la universidad son un 35 por ciento mayores que las de un chico. Para los niños blancos de la clase trabajadora se calculan las menores posibilidades: un 8,9 %.
Como andamos enfrascados en una guerra de sexos bastante unilateral y de tintes ideológicos poco racionales, no se hablará de este problema hasta dentro de unos años, cuando ya tenga mal remedio salir de la gigantesca miseria en la que nos habremos metido todos: hombres, y mujeres.
@pacosanchez