Néboa, una isla de miedo

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

BENITO ORDOÑEZ

14 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Los gallegos sabemos que la niebla es la goma de borrar de la naturaleza. El velo que todo lo difumina. Hay en la serie Néboa ese punto que la hace inasible y fascinante. Un thriller de Voz Audiovisual para TVE que se estrena mañana miércoles y que genera adicción. Hay que advertirlo como hacen las cajetillas con el tabaco. Y es que después de un capítulo querrán ver otro y otro. Es un trabajo de equipo espléndido. Tan coral que es imposible subrayar nombres, aunque Emma Suárez y Alba Galocha protagonicen una madre e hija de premio. Para seguir la pista a esta isla de miedo hay que pensar en series potentes como la sueca y danesa Bron/Broen (El puente). Esa atmósfera nórdica, con un toque de oscuridad que atrapa y acelera el corazón hasta desbocarlo. Los giros del guion son como las curvas en las carreteras gallegas. Lo menos que se puede decir es emocionantes. Todo sucede en el Entroido, el carnaval, donde hay licencia para enfrentarse hasta al más allá. La Guardia Civil no sabe por dónde empezar ni por dónde acabar. La muerte anda suelta. Un acierto es la combinación entre lo antiguo y lo moderno. Siempre hay alguien que escucha detrás de una puerta, como en cualquier siglo. Siempre aparece otro wasap en la pantalla del móvil que hace que nada sea lo que parece, como nos pasa desde que sin redes no somos nadie. De Néboa se va a hablar. Y será para largo. El audiovisual gallego, que tiene un nivel altísimo, le da otra malleira, paliza, al sector en general. Encima el uso de los drones convierte lo que vemos, con unos planos de vértigo, increíbles, en la mejor tentación para que a un viajero le quede claro que Galicia es un paraíso al que hay que ir. El secreto mejor guardado de España. Una de las postales maravillosas de Europa. Se engancharán a esta tierra verde y azul y se engancharán a Néboa. Cualquier frase puede ser utilizada en su contra en este reino del crimen que les dejará con los ojos espantados, al borde de los acantilados, sin huellas en la arena. Un lugar donde hasta el diablo tiene su agujero (o burato do demo). El director no ha dicho silencio, se rueda. Ha musitado silencio, se vive... al límite de la razón, de la emoción, del amor.