Estamos ante el bum de Puigdemont

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

David Borrat | EFE

19 mar 2024 . Actualizado a las 15:33 h.

Tiene tres abuelos catalanes y un abuelo andaluz. Nacido un 29 de diciembre de 1962, ha cumplido 61 años. Periodista de profesión, político de vocación, secesionista de alma, fue cinco años alcalde de Gerona, granero de votos del independentismo. Lleva un peinado medio revuelto, que despista un poco. Da la sensación de que es un despeinado muy calculado. Como todo lo que hace y deshace. El mitin del jueves al límite de la frontera francesa es una provocación más. Poca cosa si la comparamos con muchos de los textos que hace públicos en las redes sociales. Implacable con el rival, España, y con los jueces. Llegó de carambola a la presidencia de la Generalitat. Su acto cumbre, de momento, es fugarse de Cataluña, cuando estaba al mando, en el maletero de un coche tras pegar el cambiazo en un túnel. La realidad siempre supera a la ficción y las encuestas anuncian ya un bum del posible candidato en el exilio. Puigdemont puede reventar la campaña catalana y las urnas. Es Sánchez quien ha alimentado esta posibilidad. Está en busca y captura por rebelión, sedición y malversación, pero este país puede con todo. Fue elegido eurodiputado cuando estaba en esa situación, en el 2019. Y ha dicho su abogado que ahora sí está dispuesto a inmolarse y ser detenido si sale ganador de los comicios. Forma parte de la estrategia para convertirlo en la víctima que no es. Otros muchos políticos catalanes pasaron por el juicio y por prisión mientras él seguía con su ficción de que era el presidente de Cataluña en el extranjero. El problema es que muchos le creen y se lo creen. El victimismo como cartel electoral.

Desde que es la llave y el cerrojo del Gobierno de España, gracias a sus siete diputados, se le ve encantado de ser el imán de todos los focos. Domina el inglés y el francés, amén del rumano. Está casado con una periodista rumana, Marcela Topor, con la que tiene dos hijos. Los que lo conocen dicen que no le gusta demasiado el trabajo en equipo. Le atraen más las arrancadas por libre. Es muy personalista. Le gusta decidir a él. Cuando dio el paso para ser el noveno presidente de la Generalitat, escribió que «no es una época para cobardes, ni para temerosos, ni para flojos de piernas». Lo demostró, salvo en esa huida muy calculada. Se ha escrito sobre él que lleva un pastelero dentro. Los capricis d'Amer son sus galletas favoritas y las preferidas de los clientes de la pastelería familiar que fundaron en Gerona sus abuelos en 1928. Estamos en el año del Girona de fútbol y de Puigdemont. Unas elecciones lo sacaron de la cuneta de lujo de Waterloo. Tiene pillado a Sánchez. Esa adrenalina le hace volar. Aragonès pensó que adelantando la fecha de las urnas lo dejaba fuera de juego. Pero Carles Puigdemont i Casamajó es un experto en reinventarse. Vivió del periodismo desde el 82 hasta el 2006. Desde entonces, vive de la política. No sabe callarse. De pluma afilada. Lean algunas joyas para degustar mejor su espíritu dialogante. Sobre el rey: «Que el mundo conozca mejor los abusos de un régimen que pone a su jefe de Estado al frente de una estrategia para ir a por los catalanes». Sobre los jueces: «Los cuervos togados se revuelven y enseñan garras y colmillos y se les pone la cara del general Pavía». Gracias a Sánchez, no hagan más chistes sobre él.