Carta abierta a Antonio Mouriño

José Manuel Rubín SIETE DÍAS, SIETE VOCES

OURENSE

21 jul 2013 . Actualizado a las 06:00 h.

Has dado, estimado diputado del PP y exalcalde de Celanova, la vuelta al orbe por tu voracidad recaudadora. No estás en boca de todos por haber presentado una iniciativa para evitarle al ciudadano el olor fétido que le produce la política del siglo XXI sino por verter una gota más de putrefacción. Hace una semana, en mi misiva a tu sucesor en Celanova, tildaba de «escándalo» y «salvajada» lo que cobraste en el 2012 (¡76.385,06 euros!) con cargo al erario público. Después de saber que has pleiteado con el Estado por denegarte el paro por los días que estuviste sin sueldo oficial, esas palabras me parecen minucia. Lamento en el alma tener que decirte que tu actitud me da asco («impresión desagradable causada por algo que repugna», según el DRAE). Y no sólo por la miseria que revela llevar al Inem a la Justicia porque te denegó una paga de 1.500 euros, sino por argumentar que necesitabas esos días de cotización para jubilarte sin volver a trabajar. ¡Vaya forma de estimular la laboriosidad cuando tu partido tiene al contribuyente con la soga al cuello para que produzcan más por menos! Los que te pagaron durante 21 años el sueldo de alcalde, presidente del Inorde y diputado, luchan hasta la extenuación por un trabajo y tú lo haces para no volver a hincarla en tu vida. En la web del Parlamento veo que eres dueño de cuatro pisos, dos garajes, un bajo, una finca, un BMW X5 (¡el más barato cuesta cuatro veces el sueldo anual de un ourensano!), un Audi A4, un BMW 530D, un Talbot Solara, una moto y 177.969 euros en efectivo. Todo, o casi todo, conseguido por ser un dócil seguidor de la doctrina imperante en Ourense desde la llegada al poder de tu mentor, José Luis Baltar. Eres un fiel ejemplo de la clase dirigente que gobernó esta provincia y que la sumió en la decadencia (¡100.000 vecinos menos!) en la que se encuentra. En tu lugar me encerraría en uno de los pisos por la vergüenza de mirarle a la cara a los vecinos que te pagan sueldos de ensueño. Ojalá en un último acto de dignidad abandones el Parlamento y te pongas, como seis millones de españoles, a buscar un trabajo que te permita llegar a esa jubilación que querías asegurar con los 45 días en los que, por imperativo legal, tuviste que dejar la teta del Concello hasta amarrar la del Parlamento. No te arriendo las alegrías (más allá de las subjetivas de amasar dinero sin dar golpe) de la política en los años que te queden de mamandurria con la bendición de Feijoo (¡menos mal que te dio una colleja después de la comprensión de Rueda!), Baltar y Rajoy.