Allariz lleva su modelo de rehabilitación a las aldeas e inflama la autoestima vecinal
26 oct 2014 . Actualizado a las 04:00 h.Santa Mariña de Augas Santas, concello de Allariz. Ocho casas, 23 vecinos. Uno de ellos es Antonio Tesouro (60 años), «ferreiro, ¡fillo de ferreiros!» y que aún conserva «a forxa familiar». Su pueblo no lo reconocen ni los vecinos que lo habitan después del lavado de cara que le ha metido el Ayuntamiento. Cables del alumbrado y del teléfono soterrados, calles adoquinadas, un pequeño parque, nuevo aspecto para la plaza de la iglesia... «Mira, quedou tan marabilloso que agora quero dicir con orgullo que son de Santa Mariña de Augas Santas», proclama con un entusiasmo que se le sale del pecho.
Pero no siempre ha sido así. Cuando el Concello anunció su intención reformista, la aldea se puso de uñas. «Aínda que non pagabamos, protestamos. ¡Somos incribles!, e agora estamos todos conformes», ironiza en su autocrítica. Y tan conformes: entregados de lleno a la causa bonitista, los vecinos de Santa Mariña piden al alcalde que les ayude en las tareas de limpieza de los espacios comunes: «Quedou todo tan impresionante que agora témolo que manter».
La coquetería funciona como un tiro, que es justo lo que busca el Concello. «Ao poñer o pobo tan guapo, a xente animouse a restaurar a casa», concede Tesouro, que, como todos en la aldea, se crece con el nuevo aspecto de Augas Santas.
A los mandos de la Oficina de Urbanismo está Celestino Feijoo, que explica precisamente su pelea por extrapolar el exitoso modelo de rehabilitación del núcleo de Allariz a las aldeas del municipio. «Allariz é un museo ao aire libre e a Oficina de Rehabilitación, aparte de dar licencias, asesora sobre como se fixo todo a quen busca opinión». Así, los vecinos de otros pueblos que se acercan aquí se empapan de la armonía impuesta desde 1989 en el Concello y buscan soluciones similares. La cadena empieza a funcionar y la obligación de preservar un estilo, levantando carpinterías de madera en vez de aluminio y tejas en lugar de pizarra, orienta cada nueva obra.
Arquitectos zoquetes
«A xente non che é burra e copia o bonito», sentencia Feijoo. Y esta implicación popular es vital, prosigue, porque «se o arquitecto que che toca é un zoquete que pensa máis no diñeiro que no deseño, e dígoche que os hai e que por aquí pasaron algúns, o propio paisano será quen lle pida que faga as cousas ben».
La réplica del modelo de Allariz se empieza a extender. En San Salvador de Penedos se actuó como en Augas Santas, mediante la rehabilitación de una aldea en la que el Concello recuperó también tres casas en ruina para rentabilizarlas. Y aquí entra en liza otro concepto que explica el éxito de la iniciativa: el lucro.
Abunda en la idea el alcalde, Francisco García, para quien «é preciso buscar ese lucro para que o proceso non sexa flor de un día». Recuerda que cuando se empezó con este planteamiento «parecía unha cuestión utópica», pero el cambio de mentalidad nacido en 1989 -revuelta vecinal incluida- se cimentó sobre el utilitarismo, los usos. «Daquela -rememora García Suárez-, o moderno era levantar edificios de ladrillo visto, pero nós apostamos polo desenvolvemento endóxeno». Así, los centros comerciales se hacen dentro, no fuera, y en pequeñas casitas rehabilitadas, arrancadas de las fauces del pelotazo urbanístico. Hoy, Allariz, lleno de premios arquitectónicos, cuenta con comercios de Inditex en pleno centro y con un hotel de cuatro estrellas, de la cadena AC, perfectamente integrado en un conjunto que se basa en el «equilibrio urbanístico».
«Se llama arquitectura», apunta Idoia Camiruaga, tesorera del Colexio Oficial de Arquitectos de Galicia, que puntualiza que «Allariz es espectacular porque quiso ser una alternativa a Ourense como Santiago quiso ser de verdad la capital de Galicia, y no solo cuidó el núcleo urbano, sino también sus aldeas». Y a la pregunta de qué hace falta para erradicar el feísmo de la comunidad, responde sin vacilar que «más concellos como Allariz, Oleiros o Compostela».
lucha contra el feísmo