Originaria del conflictivo barrio pucelano de Los Pajarillos, recuerda que las becas le permitieron estudiar
08 dic 2015 . Actualizado a las 17:40 h.La cabeza de lista del PSdeG-PSOE al Congreso llegó en medio de la polémica y lo hizo con humildad y cautela: decía al conocerse la noticia en octubre que solo pedía que le diesen una oportunidad y que lo suyo era trabajar en equipo. El futuro lo escribirán las cifras que se hagan realidad en la noche del 20D y la solidez del mismo vendrá avalada por los dígitos. Pero mientras ese futuro próximo no se hace presente, a María del Rocío de Frutos Madrazo nadie le puede negar la inefable capacidad de trabajo, su adaptación a una realidad que le era ajena -confesó cuando su designación que es militante desde hace una década pero no solía hacer vida orgánica ni acudir a mítines- y el esfuerzo que está llevando a cabo para multiplicarse y llegar al mayor número de lugares posibles: del homenaje anual a Eduardo Blanco Amor a las canteras de pizarra y de los viñedos de O Ribeiro, Ribeira Sacra o Monterrei a las explotaciones ganaderas o las empresas madereras.
La estudiosa de origen humilde
De apariencia frágil, ojos grandes y sonrisa contagiosa, Rocío de Frutos es heredera de los años de máximo esplendor del socialismo. Recuerda siempre, lo hizo cuando se presentaron las candidaturas en el Centro Valente, que procede de un barrio conflictivo de Valladolid ?Los Pajarillos? donde la mala vida y la droga eran el pan nuestro de cada día. El único sueldo que entraba en casa era el de su padre, primero pintor y luego trabajador de Fasa Renault, y a la ahora candidata socialista por Ourense siempre se le dieron bien los estudios ?«Me gustaba estudiar; en el colegio, en el instituto, en la universidad, en las oposiciones»? y las becas de Educación le permitieron desarrollarse académica y personalmente. Se reafirma orgullosa: «Estudié gracias a las becas de Felipe González».
Un novio de juventud le recomendó que se presentara a las oposiciones que tuviesen más temario: eligió la inspección de Trabajo y las sacó a la primera. Pudo elegir destino y se decantó por Ourense... y aquí sigue, convertida en una ourensana de pro, por convicción y militancia.
El futuro se llama Sergio
Llegó en 1993 y confiesa que creyó haberse confundido: «Era el 18 de marzo y hacía un sol espléndido. Paseando me fui por el puente de As Burgas, y al ver las palmeras y los jardines con aquel sol me dije ?Madre mía, donde he venido, esto es como la playa?». Aquí se casó, tuvo un hijo y se convirtió en ourensana militante.
Alumna aplicada, saca de libreta y los garabatos que caminan revirados por el papel le dan la pauta para hacer una foto fija de la provincia que no necesita notas a pie de página. La justicia social, el compromiso con los trabajadores, la apuesta por articular medidas urgentes y contundentes para relanzar una provincia con posibilidades son solo algunas de sus inquietudes.
En sus intervenciones juega un papel primordial su hijo Sergio (15 años). Cuando Rocío de Frutos deja su condición de madraza y pasa al modo candidata siempre señala que su objetivo es luchar por un futuro mejor para esta provincia, el que desea para Sergio y todos los sergios de su generación. Y tiene claro que el de ahora no se parece en nada al que deberían tener los jóvenes ourensanos. Le duele el tiempo que no va a pasar a su lado, aunque sabe que ha llegado el momento de pelear por lo que siempre ha reclamado. Viajera impenitente, su perfil está petado de fotografías por todo el mundo ?de India a África, pasando por China?. Su sueño: «Me encanta África. Si algún día pudiese, me compraría un terrenito en Zanzibar y montaría un restaurante».