La familia de una de las víctimas del crimen de Velle insiste ante el TSXG para se acuse al Sergas

Marta Vázquez Fernández
m. vázquez OURENSE / LA VOZ

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Imagen de archivo de uno de los registros en la vivienda donde tuvo lugar el crimen de Velle, en Ourense
Imagen de archivo de uno de los registros en la vivienda donde tuvo lugar el crimen de Velle, en Ourense Santi M. Amil

Los allegados de la joven de 22 años muerta a puñaladas creen que la administración debe responder como responsable civil

17 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Los autos del crimen de Velle ya están en la Audiencia Provincial de Ourense, que en las próximas semanas deberá señalar la fecha en la que el presunto autor de la muerte de una joven de 22 años y las gravísimas lesiones de su novio, de 26, se siente en el banquillo de acusados. Antes de eso, la justicia tendrá que pronunciarse sobre un asunto que ha coleado desde hace tiempo y que aún está por resolverse.

Durante la instrucción del caso uno de los caballos de batalla de las dos acusaciones particulares, la que representa a la familia de la joven asesinada y la que defiende los intereses del superviviente, fue la presunta responsabilidad civil del Sergas en el crimen. Las víctimas alegaban que los servicios sanitarios públicos tenían que haber adoptado «las medidas necesarias para garantizar que Diego Rodríguez se sometiera al tratamiento antipsicótico e impedir que supusiera un riesgo para sí mismo y para los demás», ya que se trata de un paciente con una esquizofrenia paranoide que le había sido diagnosticada mucho antes del crimen. En el momento de los hechos, el 19 de febrero del 2021, el sospechoso llevaba varios meses sin tomar la medicación y sin acudir a consultas con el especialista, una circunstancia que a juicio de las acusaciones, suponía una dejadez en el deber de hacer seguimiento y control de este tipo de pacientes por parte de la administración.

Por ese motivo, consideraban que el Sergas debía entrar en el caso, pero ni el juez instructor ni la Audiencia Provincial vieron oportuno ese paso. «No cabe extraer de lo actuado infracción de norma reglamentaria de naturaleza sanitaria, ni relación causal entre el tratamiento sanitario pautado y el doble hecho doloso perpetrado», zanjaban los togados del alto tribunal ourensano en un escueto auto dictado el año pasado.

Pero las víctimas aún tenían una última oportunidad y la han aprovechado. Tras llegar el caso a la Audiencia, la familia de la joven asesinada volvió a insistir en su petición, y aunque el tribunal ha contestado en el mismo sentido en el que lo hizo el año pasado, había opción de recurso y esta parte la ha aprovechado. Así las cosas, será el Tribunal Superior de Xustiza el que tendrá la última palabra sobre el asunto. Que el Sergas comparezca o no como acusado, aunque solo sea civilmente, tiene trascendencia ya que las indemnizaciones que reclaman las víctimas superan el medio millón.

Este caso será el primero que se juzgará en la provincia de Ourense en el que se pida la prisión permanente revisable. Las dos víctimas solicitan la máxima pena privativa de libertad que se puede aplicar en España para el sospechoso, si bien la Fiscalía hace una reclamación de condena algo más benévola. Esta parte considera los hechos como dos delitos de asesinato, uno de ellos intentado. Cree además que concurre en el sospechoso una circunstancia atenuante de alteración psíquica, por lo que considera que se le deben imponer 24 años de privación de libertad.

A matar conejos

El sospechoso, que está en prisión desde los hechos, salió de su casa a las cuatro y media de la madrugada con la excusa de que iba a matar unos conejos, pero todo apunta a que sus planes eran mucho más macabros. Acudió a la vivienda, muy cerca de la suya, en la que vivía su primo y aporreó la puerta gritando «abre, abre». La pareja se despertó y, reconociendo la voz del familiar, no desconfió. Lo siguiente que escucharon fue una amenaza. «Os voy a matar», les dijo el agresor, que primero se ensañó con su primo y, cuando lo creyó muerto, atacó a la joven Ana.

El sospechoso regresó a su casa, tirando el cuchillo hacia una finca, cambiándose de ropa y metiéndose en la cama. Menos de una hora después era detenido allí por la Policía Nacional.