Con su designación hoy como secretaria general del PSOE andaluz, esta mujer católica, taurina y muy de izquierdas culmina una irrupción fulgurante que la ha llevado a convertirse en pocos días en un referente político nacional
24 nov 2013 . Actualizado a las 17:53 h.No se conoce un caso igual en la política española. En un país en el que el presidente del Gobierno y el líder de la oposición son dos veteranos con más de 30 años de cosa pública a sus espaldas, la irrupción repentina de la andaluza Susana Díaz como uno de los referentes políticos nacionales ha sacudido el tablero. La receta de su éxito es sencilla, pero innovadora en el PSOE. Combinar un discurso fuertemente izquierdista con una defensa a ultranza de la unidad de España. Con su nombramiento este fin de semana como secretaria general del PSOE andaluz, culmina una fulgurante ascensión que le ha llevado en pocos días a ser candidata a la presidencia de la Junta, presidenta de la comunidad más poblada de España y líder de la federación más potente del PSOE. Díaz, nadie lo duda ya, está llamada a ser decisiva en el relevo de Rubalcaba y en el destino del socialismo español. Su fulgurante aparición ha dejado atónitos y descolocados a otros dirigentes socialistas que llevan años trabajando para descollar en lo más alto del partido, como Eduardo Madina, Emiliano García-Page o Patxi López, a los que Díaz ya supera en los sondeos como posible sucesora de Rubalcaba, aunque ella no apunte hacia ese puesto. Por ahora.
Pero ¿quién es, de dónde viene y qué piensa Susana Díaz Pacheco? Poco conocida en el resto de España, no lo era en Andalucía, donde a sus 39 años llevaba tiempo llamando la atención. Hija de un fontanero del Ayuntamiento de Sevilla, nacida en el barrio de Triana, fiel seguidora del Betis y del torero Morante de la Puebla, fue catequista en la parroquia sevillana de Nuestra Señora de la O. De ahí le viene su pasión por la Semana Santa y el haber jurado su cargo de presidenta andaluza en lugar de prometerlo, al contrario que todos sus predecesores.
De la parroquia pasó a las Juventudes Socialistas, donde labró su virtud más reconocida: tejer apoyos para hacerse con el poder. Por encima de todo, es una mujer de aparato. Nunca ha trabajado en nada que no sea en el partido. Fue mala estudiante de derecho, carrera que solo acabó tras diez años y siendo ya concejala. Pero en el PSOE andaluz sacó matrícula. Tras hacerse con un acta de concejala en Sevilla en 1999, empezó a pensar a lo grande con una fórmula implacable que hasta ahora no le ha fallado: «O estás conmigo o contra mí». Díaz se movió bien en el campo de minas del socialismo andaluz hasta situarse en el lugar oportuno en el momento adecuado. Cuando Griñán revalidó contra pronóstico la presidencia de Andalucía, fue ella quien negoció con IU hasta lograr un Gobierno de coalición. Y, sabedor de que el caso de los ERE le impediría acabar la legislatura, Griñán empezó a ver en ella el futuro del socialismo andaluz.
De verbo encendido y hablando siempre sin papeles, Díaz no se arruga ante nada. En Andalucía no tuvo rival en las primarias. Arrasó y luego limpió la Junta de cargos contaminados por los ERE. Y en Madrid, le bastaron tres apariciones para erigirse en referente. Primero, cuestionó a Zapatero por alentar el independentismo catalán. Luego, se fue a Moncloa a hablar de tú a tú con Rajoy puenteando a Rubalcaba. Y en la conferencia política del PSOE, ya fue la estrella. Fue la única que hizo autocrítica. Pactó con Rubalcaba para protegerlo, pero a cambio lo forzó a abrir un calendario de primarias. Ni sus críticos niegan ya que este huracán político es lo más novedoso que ha dado la política española en muchos años. Si el suflé no se desinfla, el futuro de Susana parece no tener límites.