El político vasco ha fallecido en su domicilio a consecuencia del cáncer de próstata que le fue diagnosticado en el 2003
21 mar 2014 . Actualizado a las 00:54 h.El alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna Urreta, ha fallecido este jueves en su domicilio tras una década luchando contra el cáncer. Nacido el 14 de febrero 1943 en la localidad de Durango, en el corazón de Bizkaia, fue hijo de un metalúrgico y de una costurera, cuyos desplazamientos por trabajo a Bilbao fueron los que le hicieron conocer la villa de la que décadas más tarde sería su máximo representante. «Lo bilbaíno es un tipo de ser vasco. Ejerzo de bilbaíno cuando duermo, cuando desayuno, cuando salgo y cuando estoy en Pekín», llegó a decir en su día para dejar patente su apego a la ciudad.
Azkuna, de 71 años, ha muerto en su casa frente al Guggenheim junto a «su familia y su entorno personal», según informa el Ayuntamiento de Bilbao en un breve comunicado. Alcalde de la capital vizcaína desde 1999, cuando tomó el relevo de Josu Ortuondo, estaba en tratamiento médico desde que en 2003 se le diagnosticase un cáncer de próstata.
El alcalde vio deteriorada notablemente su salud en el último año, en el que se sometió a tres operaciones, una de ellas para extirparle un riñón. La dirección del PNV en Bizkaia ya se había reunido el pasado viernes de urgencia ante el agravamiento del estado de salud del alcalde de Bilbao, que no había reaparecido en público tras ser ingresado a finales de febrero por un hematoma provocado por una caída.
Exconsejero de Sanidad del Gobierno vasco, Azkuna era médico de profesión y fue distinguido en el 2011 con la condecoración de oficial de la Legión de Honor de la República francesa. Asimismo, en enero del pasado año recibió el Premio Alcalde del Mundo que otorga la Fundación City Mayor, en reconocimiento a su trabajo en la ciudad de Bilbao.
El nuevo Bilbao
Iñaki Azkuna deja como legado su carisma y personalidad como político y el haber coronado la transformación urbanística de Bilbao, de una villa gris e industrial a una ciudad turística y ejemplo de arquitectura moderna. Uno de los rasgos que le ha caracterizado como alcalde ha sido su capacidad de capitalizar la importante transformación urbanística y social que ha protagonizado la ciudad en los últimos años.
Tomó el bastón de mando en junio de 1999, cuando ya el «efecto Guggenheim» era todo un éxito consolidado dos años después de su inauguración. También por entonces la zona de la margen izquierda de la ría, donde se ha focalizado la transformación, ya contaba con el Palacio Euskalduna o la pasarela Zubi-Zuri de Santiago Calatrava y estaba inaugurado el metro diseñado por Norman Foster. Sin embargo, con su aportación y con la de sus antecesores en la alcaldía, supo liderar y 'vender' en el extranjero una tarea colectiva y entre instituciones que renovó la imagen de Bilbao y lo situó de nuevo en el mapa del mundo.
Azkuna concluyó la actuación en la ría, acometió la actuación en Basurto-San Mamés, con el nuevo campo de fútbol, y el derribo del viaducto de Sabino Arana, en colaboración con otras instituciones. Sus principales obras «exclusivas» fueron la Alhóndiga, diseñada por Philippe Starck, el nuevo edificio de oficinas municipales tras la casa consistorial y la reforma del mercado de La Ribera. Estas obras fueron financiadas por el ayuntamiento sin empeñarse, lo que permitió a Azkuna hacer bandera en España de la «deuda cero» del consistorio bilbaíno.
Azkuna ya no podrá ver el que iba a ser el último gran proyecto de regeneración urbana de Bilbao: la conversión de la península de Zorrozaurre en una isla en medio de la ría con la apertura del Canal de Deusto.