Es uno de los médicos más carismáticos de Pontevedra, que no dudó en enfrentarse al Sergas
26 feb 2012 . Actualizado a las 07:00 h.Es un médico carismático, con gran calidad humana y una dedicación y competencia profesional reconocida no solo por sus pacientes, sino por el colectivo sanitario, que salió en su defensa cuando se enfrentó al Sergas por criticar en el año 2000 el proceso de unificación de los hospitales de Pontevedra. Lleva más de 40 años ejerciendo la medicina. Fue jefe del Servicio de Radiología de Hospital Provincial hasta su jubilación en el 2007 y sigue atendiendo en su consulta privada de la calle Oliva como especialista en Digestivo. Nunca le han dolido prendas a la hora de cuestionar el sistema público de salud y en este momento en el que la sostenibilidad del sistema está en peligro, tampoco.
-Los colegios médicos han dado la voz de alarma contra los recortes y casi han llamado a la rebelión de los profesionales.
-Totalmente de acuerdo. Lo que están haciendo con la sanidad es una auténtica vergüenza. La calidad de la asistencia se resiente porque los médicos están desbordados. El problema es muy complejo. Pero, ¡ojo!. Tenemos que educar tanto a los médicos como a los enfermos para evitar unos gastos salvajes que salen del bolsillo de todos y que se podrían rebajar con un poco de sentido común. Cuando hace buen día, los mayores se van a pasear a Las Palmeras y, cuando llueve, se van a tomar la tensión al ambulatorio. Y no es normal que a una señora de 90 años le demos tantos tratamientos para el colesterol, que luego no toma porque le sientan mal y acaba tirando unas pastillas que son caras y que podría aprovechar otro enfermo.
-¿Hay que reorganizar y optimizar, más que recortar?
-Hay que distribuir y utilizar bien los recursos. No es lógico que Urgencias de Montecelo esté a tope los fines de semana y en las epidemias de gripe. Falta una buena conexión entre la asistencia primaria y hospitalaria. Un enfermo con gripe no tiene que ir a Montecelo, salvo excepciones o complicaciones por una neumonía. Y allí va cualquiera con la más mínima dolencia en un dedo. Y encima pide una ambulancia para subir por un dolor de espalda.
-Se habla de bajas que no se cubren, listas de espera más largas, paro y emigración....
-Hay paro y traemos médicos de fuera. Yo no tengo nada contra los médicos latinoamericanos, arábes... Los cubanos son fantásticos. Pero, coño, si en España no hay trabajo para nuestros colegas y tienen que irse a otros países, lo lógico es que primero cubramos con nuestros compatriotas y luego con los de fuera, que ya digo que son muy buenos. Y nuestras enfermeras... son las mejores de Europa y se tienen que ir a trabajar a Inglaterra.
-¿Los recortes los van a sufrir más los más débiles?
-Eso siempre. En este país, el poderoso, económico o político, tiene atención preferente. El que va a tener peor atención es el pobre, está clarísimo. Incluso en los hospitales hay habitaciones para esta gente preferente. O ya no nos acordamos cuando en el Hospital Provincial había habitaciones reservadas para el Príncipe de España mientras estudiaba en la Escuela Naval ¡Que manda!... Incluso había un aparcamiento reservado para cuando al presidente de la Diputación de turno se le ocurría visitar el centro. Estamos en el país de la recomendación y los médicos somos buenos amigos, pero no se trata de eso.
-Las Administraciones no han sido muy dadas a escuchar la voz de los profesionales ¿verdad?
-Eso viene desde Franco. Aquel Camilo Alonso Vega, Don Camilo, le dijo un día al presidente de los colegios médicos: «No pararé hasta veros en zapatillas». La gente cree que el médico es un privilegiado -alguno hay- y que en un hospital ganas una fortuna. Eso es mentira. Un jefe de servicio gana la mitad que un juez, y si gana un poco más es a base de hacer guardias un día sí y otro también. Un médico normal tiene un sueldo normal. No están bien pagados y las jubilaciones, son vergonzosas. Que un médico se jubile después de 40 años con 2.000 euros y un señor de un banco se vaya con 30 a 40 millones después de arruinarlo, clama al cielo.
-¿Cree que hay más corporativismo que liderazgo en su colectivo?
-El corporativismo es relativo. Podemos proteger a un canalla y poner a parir a otro compañero. Yo te doy un tratamiento y el próximo colega que te vea igual te dice: «Pero qué le dio ese animal, cómo no le vio esto otro». Eso es frecuente e inmoral. Yo a los chavales del MIR siempre les decía tres cosas. Una, sentido común. Dos, amar a los enfermos, pero no en sentido retórico, quererlos de verdad. Y tres, no hay que hablar nunca mal de un compañero.
-¿La sanidad pública es mejor en Galicia que en otras comunidades autónomas?
-Puede ser. Porque Esperanzita Aguirre en Madrid hizo barro con la sanidad.
-¿Del adelgazamiento de los hospitales públicos se van a beneficiar los concertados?
-Está más claro que el agua, si no, no podrían subsistir esas entidades.
-¿Cree justificado el copago?
-Soy partidario de que la gente con más capacidad económica pague más a la Seguridad Social y por los medicamentos. Un mileurista no puede cotizar lo mismo que un Amancio Ortega. El copago, simbólico, estaría justificado para que la gente no abuse. El buen uso de la sanidad es un problema de educación, como todo. Y a veces, los médicos nos vemos obligados a hacer una medicina defensiva, con pruebas muy caras, para protegernos de las denuncias de cualquier ignorante que cuando le haces una exploración mamaria interpreta que «me tocó las tetas» y que cuando le haces una rectoscopia cuenta después en el coche de línea que «o médico púxome a cato patas, meteume un pau e andivo fervellando dentro». Los colegios médicos tienen que decirle a los jueces que nos dejen trabajar en paz. Si hay negligencia vamos a la cárcel, pero que no nos busquen las cosquillas por cosas que no son.
-Usted criticó en su día el proceso de unificación de los hospitales de Pontevedra y se enfrentó al Sergas. ¿Cree que el tiempo le ha dado la razón?
-Lo que dije, lo mantengo. No se cargaron el Provincial, pero lo dejaron de segunda categoría y está totalmente desaprovechado, porque al Sergas le interesó potenciar Montecelo. Cuando funcionaban los dos a tope, las listas de espera de ecos y tacs eran de un mes como máximo y ahora son seis, siete y ocho meses. Hernández Cochón destrozó la medicina en Pontevedra y a mí intentaron desprestigiarme por decirlo. Luego, su killer, Pedro Soler, lo enmendó diciendo lo bueno que era el Servicio de Radiología del Provincial. Creo que salí reforzado de aquel episodio gracias al apoyo del colectivo sanitario.
roberto rey cons especialista en digestivo y ex jefe de radiología del provincial
«Un copago simbólico podría estar justificado para que la gente no abuse»
«Hernández Cochón destrozó con la unificación
la medicina
en Pontevedra»
«Un mileurista no puede cotizar a la Seguridad Social lo mismo que un Amancio Ortega»