Unos ensayos ponen a prueba la capacidad antideslizante de la PO-308 en Raxó

Determinar si el asfalto tiene algo que ver con los reiterados accidentes que tienen lugar en la PO-308 a su paso por la curva de Fontemaior, en Raxó (Poio), es el objetivo de unos ensayos que llevaron a cabo ayer técnicos de Enmacosa en la propia carretera. La meta es, en palabras de Francisco Barca, director de laboratorio de esta firma consultora, «caracterizar la resistencia al deslizamiento del firme».

Para ello tenían previsto generar artificialmente las condiciones más adversas que un conductor se puede encontrar cuando circule por esta carretera. En definitiva, comprobaron la capacidad antideslizante de la capa de rodadura cuando ha llovido copiosamente: «Vamos a mojar la zona de mediciones, que va a estar saturada de agua», precisó en este sentido.

Las mediciones se realizaron tanto en el sentido de la marcha de los vehículos, como horizontalmente para no descartar ninguna posible incidencia en un tramo de aproximadamente medio kilómetro. Los técnicos, en cualquier caso, tenían intención de concentrar su atención en una zona de curvas que los vecinos no dudan en identificar como un punto negro.

Frente a esta apreciación, y tras un primera observación ocular, Francisco Barca apuntó que la carretera, «a priori, no parece presentar ninguna patología a simple vista». No obstante, dejó muy claro que solo el resultado de los análisis determinará si esto es así o si, por el contrario, es preciso acometer cualquier actuación.

A la hora de llevar a cabo estos ensayos, el personal de Enmacosa contó con un péndulo TRRL. Desarrollado por el británico Transport and Road Research Laboratory, se trata de un instrumento que «mide el coeficiente de rozamiento en función de la pérdida de energía al rozar con el pavimento». La tesis es sencilla: «Cuanta más pérdida de energía, más rozamiento e indirectamente tendría más adherencia el neumático al firme».

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