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De compras y rompiendo moldes

carmen garcía de burgos PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

Pontevedra es la única capital gallega en la que el comercio minorista sigue creciendo. El secreto, un modelo que huye de las grandes superficies

06 oct 2014 . Actualizado a las 13:28 h.

«En el centro comercial está todo más junto», apunta Raquel. «¡Jolín, ¿y aquí?!», le responde Alba, mientras se gira y señala una de las zonas centrales de la calle Benito Corbal. «Sí, bueno, aquí también... es que en realidad es como un centro comercial... abierto», admite Raquel. Son las doce de la mañana de un sábado, y la céntrica «calle de la moda» de Pontevedra rebosa gente. Exactamente lo contrario que ocurre en gran parte de las ciudades gallegas; principalmente, de las gallegas.

Muchas de las capitales de provincia han apostado por un modelo basado en edificaciones gigantes que aglutinan casi todo el comercio moderno, tanto multinacional como, incluso, local. Es el ejemplo de A Coruña, donde han sido varias las grandes superficies comerciales que, por el paso del tiempo o el aumento de la competitividad, se han visto obligadas a anunciar su cierre tras quedarse desiertas.

En la ciudad del Lérez la imagen es bien distinta. Apenas dos centros comerciales abastecen a sus 82.000 habitantes, y los dos están presididos por el grupo Carrefour: tanto el de A Barca -inaugurado en 1989- como el de Salcedo -abierto desde 1998-. Hace apenas tres años, entre las dos sumaban 69 locales. Al menos, físicamente, porque el de A Barca atravesó serias dificultades económicas durante la última década.

«Pero aquí no hay tiendas de electrodomésticos, ni supermercados», rebate Raquel. «Sí, aquí justo al doblar la esquina, en Daniel de la Sota, hay una tienda», apunta otra, «y ahí hay un super Froiz», añade Sara, la tercera amiga de compras. «Ay, sí, es verdad, ahí hay una tienda, pero ese súper es muy pequeñito», asegura Raquel. Tienen entre 23 y 25 años y, como las pontevedresas medias, van a comprar una vez al mes, aproximadamente. Ropa, sobre todo, ropa.

En lo que sí coinciden, y responden al unísono, es en tres puntos: el primero es que, cuando llueve, es más seguro el centro comercial -aunque Alba no está muy convencida porque afirma que, en cualquier caso, en Pontevedra están todas las tiendas muy juntas-; el segundo, que lo prefieren sin coches; y el tercero, que la peatonalización del centro histórico y de parte de Benito Corbal ha beneficiado a los comercios de la zona.

«Me agobio y no compro»

Opinan igual Mariló y Pipe, que vienen desde Vilagarcía de vez en cuando para «ir de tiendas». «Tienen más variedad que los centros, hay más tiendas fuera de un centro comercial que dentro, y es más cómodo», asegura Mariló y admite que, entre una y otra, siempre cae un café: «Un cafecillo, o el pulpo», bromea.

A quienes también convence el sistema de los centros comerciales abiertos es a María y a Nando, porque «siempre das una vuelta con el niño». Se refieren al pequeño de alrededor de un año que Nando lleva en los brazos. «Los centros comerciales nunca me gustaron, así que no vamos nunca», afirma él. «Bueno, a lo mejor algún día a hacer la compra, pero no de tiendas», concluye ella antes de regresar a Barrantes.

María, de 43 años y pontevedresa, es más contundente: «Me agobian los centros comerciales y, si hay mucha gente, hay veces que lo paso tan mal que al final no compro nada». «Esta zona es muy cómoda, los desplazamientos son cortos, no hay grandes distancias, y puedes pasear sin que te estorben los coches, e incluso se puede aparcar en cualquier lado, y puedes moverte en coche». Habla Carlos, su pareja, de 47 años recién cumplidos. «Yo ahora mismo no reparto, pero trabajo en una empresa de distribuciones y mis compañeros se mueven siempre en vehículo, y te digo que te puedes poner en 5 o 10 minutos en cualquier sitio de Pontevedra si sabes cómo moverte», añade.

Aunque no todo el mundo comparte su opinión. María Eugenia y José viven en Monte Porreiro, y se quejan de que a veces casi no les compensa venir a comprar a Pontevedra, «porque se tes que aparcar tan lonxe para logo subir esta costa, hai xente á que lla non lle compensa; para iso vas mercar a Vigo ou calquera outro lado».

Lucía, de una edad parecida, 37 años, es de O Grove y, aunque no es de ir demasiado de compras, confiesa que «en los centros comerciales me siento más encerrada».