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El Cisne ya nada en Plata

Carmen García de Burgos PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Los blancos sellaron ayer su ascenso con una victoria tras un soberbio play-off

18 may 2015 . Actualizado a las 12:41 h.

El Cisne ya nada en aguas de la División de Honor Plata, y lo hace por derecho propio. La pista del pabellón municipal se convirtió ayer en el escenario de una fiesta más que merecida. Han sido tres partidos con tres victorias de las que no se cuestionan. El del sábado fue uno de los más dulces por el resultado, pero el de ayer fue, sin duda, el más reñido y el más emocionante. Y entre todos suman un play-off para conservar en la memoria, junto a los trofeos.

Salieron los blancos dispuestos a dejarse mimar en casa por la afición, y bordaron una primera parte en la que no dejaron lugar a dudas sobre quién mandaba en el pabellón pontevedrés. El Elda ya se presentaba como uno de los rivales menos temibles de los tres con los que tuvo que verse las caras el cuadro de Edín Covelo, y nada hacía presagiar el curso que iba a tomar el encuentro. Llegaron al descanso ambos equipos con una diferencia de ocho puntos en el luminoso. El Cisne acababa de meterle 17 a un visitante que apenas pudo defenderse con nueve. Parte del mérito estuvo en el control que ejercieron los cisneístas sobre el jugador estrella del Elda, Sergio Rubio, quien a pesar de todo cerró su participación con el título de máximo goleador del torneo. El de mejor portero, sin embargo, fue a parar a los guantes de Toño Lafuente.

El cansancio iba haciendo mella en ambos equipos, pero el desgaste físico y psicológico que llevó a los blancos a las dos victorias previas consecutivas se empezaba a notar. Salieron a la pista tras el descanso algo más relajados, conscientes de que incluso un empate les valía para abandonar la Primera Estatal y pasar a ocupar el hueco que acaba de dejar el Teucro en la División de Honor Plata tras su ascenso a Asobal. 

El exceso de confianza les jugó una mala pasada, y amenazó incluso con deslucirles el fin de fiesta. Los jugadores de Edín Covelo se atascaron mucho en ataque, y cometieron bastantes imprecisiones, algunas de las cuales les costaron varias pérdidas de balón de forma inexplicable.

Paradón definitivo

El Elda supo aprovechar bien sus opciones y firmó una segunda parte digna de recordar. Se metió completamente en el partido y no desperdició ni una sola de las oportunidades que le brindaron los despistes de los cisneístas, y así, ganándose cada centímetro de pista, a diez minutos del final  logró ponerse a tan solo cuatro puntos del Cisne, en la frontera de lo que pudo llegar a convertirse en una situación complicada para los locales. 

La portería parecía haber perdido su coraza de acero tras el descanso, pero se redimió de sus posibles errores con una parada magistral de Toño Lafuente. El guardameta frenó una acción a balón parado que le propinó el Elda a unos dos minutos del final del partido y que podría haber cambiado el resultado sin que los blancos hubieran podido hacer nada para evitarlo o para remediarlo en el poco tiempo que restaba de enfrentamiento. 

Una reducción tan brusca de ventaja podría haberle costado mucho más caro al Cisne, pero finalmente el marcador decidió hacer justicia con el patito, que ya era cisne y ya era blanco.