Un entorno gris donde hasta el Gafos parece un río horrendo

María Hermida
MARÍA HERMIDA PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

RAMON LEIRO

Es una zona de paso continuo de vehículos que buscan aparcamiento; ni aceras hay a lo largo de toda la calle

10 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

«Eres es sol que me iluminas cada día». Esa frase, que algún grafitero dejó escrita en blanco en una pared de A Ponte Nova -la zona que sube desde el Gafos a Monte do Taco- es lo único bello que va a encontrar quien cruce la calle de punta a punta. Tal cual. No hay manera de topar otro punto hermoso. La zona, descuidada al por mayor, tiene todos los ingredientes para lucir gris; un asfalto con baches, aceras estrechas y anticuadas, iluminación paupérrima, casas abandonadas... Sus plagas estéticas parecen no tener fin y los vecinos aseguran que están hartos de mandar escritos al Concello pidiendo un poco de cariño para la zona. Ayer mismo tenían previsto reunirse para intentar reactivar la asociación vecinal y volver a insistir con sus quejas. «No entendemos que esta calle esté tan dejada, cuando las de alrededor están mejor», dice una mujer que reside en A Ponte Nova desde hace 30 años.

Ciertamente, tanto Monte do Taco como San Roque de Abaixo están algo mejor. Pero vayamos a A Ponte Nova. Empezamos el paseo justo en el puente de hormigón, donde los patos saludan. Ahí parece una mujer de un edificio próximo, que señala: «A nosa calle non che ten nada bo». Si uno continúa como si fuese hacia Monte do Taco, comprueba que al principio puede ir por la acera. Pero cuando se empieza la subida sí o sí hay que pisar el asfalto. Y vaya aglomerado. Está lleno de baches. La señalización horizontal pide a gritos una mano de pintura. En teoría, en la subida no se puede aparcar. Hay señalización que así lo indica. Pero es frecuente ver coches estacionados. Dicen los residentes que bastarían unos pivotes para impedirlos.

A Ponte Nova es una calle pequeña. La componen unos cuantos edificios con varias décadas encima, incluye una barriada de casas baratas y algunos inmuebles unifamiliares. Con las construcciones también hay problemas. En los pocos metros de la calle hay al menos dos propiedades totalmente abandonadas y llenas de silvas. Los residentes les han buscado apodos que dejan claro en lo que se han convertido estos inmuebles: les llaman las ratoneras. Lo que más indigna a los residentes es que una de esas propiedades, a pie de carretera, de la que ellos ven salir ratas día sí y día también, es de propiedad municipal. Aunque en el barrio se habla de que albergó una tintorería, se trata de un viejo molino comprado por el Concello hace años. En teoría, iba a tener usos museísticos. Pero la realidad es que está lleno de maleza y que de aquel plan municipal, anunciado a bombo y platillo en una campaña electoral por el socialista Antón Louro, nada se sabe.

La cosa no para ahí. La calle A Ponte Nova luce tan fea que, aunque tiene un balcón al Gafos, desde ahí incluso el río pinta horrendo. El cauce está descuidado, muchos días lleno de basura y el puente de madera que lo cruza es intransitable a nada que el cielo escupa dos gotas de lluvia. «Si pasas por aí cando chove mátaste», señala una vecina. «Eu non podo nin pisar ese sitio, que me mato seguro, esa madeira está moi mal », replica José, un jubilado.